El triunfalismo es una pésima enfermedad relacionada con la mentira. Tú te mientes a tí mismo para decir que todo está bien, cuando en realidad no lo está.
El rating de 10.46% en total de individuos logrado el pasado martes, es tan bajo como los del 2004 y 2010, según ha señalado el Listín Diario. No es un triunfo ese rating. Porque si eso fue con el público cautivo, cuando todos esperábamos que se rompería récord de audiencia, ¿qué hubiera sido si el público no estuviese cautivo? El rating hubiera sido de apenas un 6% más o menos.
Si observamos la tabla anterior, tomada de Wikipedia, nos daremos cuenta que en 2004, 2008 y 2010, donde aparecen por dos canales de un mismo grupo empresarial, es que hay cifras más bajas que la del 2021. Y eso se debe a que siempre, el segundo canal ha sido menos visto, que el canal madre. De modo que como se observa, esta gala ha sido la menos vista, al menos en los últimos 17 años.
Estos miércoles y jueves han pasado sin que Acroarte realice un acto de contrición, se haga un mea culpa, se flagele (no hace falta llegar al harakiri), y humildemente reconozca los numerosos errores cometidos para quedar mal ante el pueblo dominicano.
Acroarte no es dueña de los Premios Soberano (bueno, eso lo sabemos, lo es la Cervecería Nacional Dominicana), pero es a Acroarte a la que el pueblo dominicano le dio el crédito necesario para asumir los reconocimientos de sus artistas. Y Acroarte le ha fallado con una lamentable gala y unos lamentables premios, organizados con chapucería. Porque no fue un solo segmento que se tuvo que quedar fuera.
Lo peor de todo probablemente haya sido el negarle el Gran Soberano a María Cristina Camilo (que este jueves se pudo ver un video donde ella agradecía por haber recibido el Gran Soberano), la pobre. Ese premio de consolación, bien valdría el harakiri, pero dejémoslo en la flagelación pública. Y repetir como un mantra inconsolable: «por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa».
Porque es una torpeza no ver lo que eso significaba. Que incluso le daba proyección internacional al premio. Entregarle el mayor reconocimiento artístico del país a una mujer de 103 años en activo todavía, le daba reconocimiento al premio en sí. Pero no hay luz larga. La luz es tan corta que el tiro salió por la culata y ahí están las reacciones.
Hay cosas que no se hacen. Y esa era una. A los niños y a los ancianos Dios los quiere con especial amor. Y Maíta no es una anciana cualquiera, que ya sabemos de sobra todos sus valores y todos sus éxitos, por tanto hacia ella hay un amor especial.
La falta de firmeza ante las demás patas de la mesa de la gala; la toma de decisiones medalaganarias, sin siquiera tomar en cuenta al ejecutivo; la carencia de temple para hacer valer el papel de la asociación; la actitud pusilánime ante decisiones que ponían en entredicho la buena imagen de la asociación de los cronistas de arte; la falta de atención a los pasos requeridos que debían haberse realizado durante la etapa anterior a la gala en sí, en la cual ni siquiera hubo un ensayo general, son señales de algo que parece está quebrado en Acroarte.
Humildad, Acroarte, humildad es lo que se necesitaba al menos dentro de las primeras 48 horas, como un enfermo en cuidados intensivos, para reconocer sus errores y aplacar un poco el vendaval de críticas que han caído desde los medios y las redes, hasta radio bemba y las bancas de apuestas.
La tardanza en el listado oficial llama a especial sospecha y ese detalle podría hacer que los premios fuesen impugnados. Es la primera vez al menos desde que conozco los premios que el listado sale tarde, incluso con cambios en los resultados. Eso quiere decir que podrían haber sido acomodados, pues fueron dados a conocer casi 24 horas después. Algo que se hace con la presencia de un notario que da fe pública de las votaciones y que se entrega a los medios embargado para su manejo discreto y luego de la gala ser difundidos.
Otro punto. Hay quienes dicen estar convencidos de que había que hacer que todo quedara tan mal para luego, la única candidatura y futura presidencia, se erija como salvadora de los premios y de Acroarte.
Nadie debe reírse de esta situación, ni sentirse contento por algo que nos afecta a todos. Acroarte debería estar analizando todo lo sucedido y ya debía haber sacado la cara y brindado una explicación. Pero ¿acaso es mucho pedir?
Hoy se cierra la inscripción de planchas para las elecciones. Unas elecciones en las que ya se sabe quién va a ganar. ¿Cuál es el futuro de Acroarte? ¿Cuál el futuro del premio? Acroarte se viene comiendo a sus hijos. Como aquel famoso cuadro de Goya, Saturno devorando a su hijo. Así probablemente sean más los miembros inactivos de Acroarte o que se han ido, y los que se irán, que los activos. Sería bueno conocer esas cifras. Así como cuántas personas votaron por los premios Soberano.
El futuro del premio es incierto. La Cervecería podría, como ya se ha rumorado en años anteriores, prescindir de Acroarte y someter las nominaciones y los premiados al voto popular a través de las redes.
Aquí perdemos todos.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).