Amanda Gorman, poeta y activista norteamericana (Fuente externa)

¿Es o no es racista la exigencia de Amanda Gorman, la poeta joven norteamericana que leyó su poema en la toma de posesión de Joe Biden, que para traducirla hay que ser joven, negra, poeta y activista, como ella?

La traducción es un arte, no una posición ideológica. No un combate por los derechos sociales. Y tal como está planteado solo Amanda Gorman sería capaz de traducirse… al mongol, por ejemplo.

La nueva celebrity a la que distintas editoriales del mundo pretenden traducir, ha tomado una posición deleznable. La traducción de su libro The Hill We Climb se ha enfrentado a situaciones verdaderamente irracionales. La primera ocurrió cuando la editorial Meulenhoff eligió a la premiada Marieke Lucas Rijneveld como la persona encargada de traducir el libro al neerlandés.

La periodista y activista negra Janice Deul publicó una columna en el periódico De Volkskrant criticando duramente a la editorial por haber elegido a una persona que tiene los antecedentes para realizar el trabajo pero que, a pesar de ser joven como Gorman, no es negra, sino blanca, y, además, se autopercibe no binaria. Ante la polémica, Rijneveld decidió renunciar a la propuesta.

Días después, por decisión de Viking Books, el sello estadounidense que edita a la poetisa, se exigió que la editorial catalana Univers releve al traductor Víctor Obiols quien había sido designado para la tarea de traducir a Gorman. Obiols reaccionó de manera mucho más políticamente incorrecta que Rijneveld y escribió en Twitter: “Vetado porque, a pesar de admirar mi curriculum vitae, quieren una traductora mujer, activista y preferiblemente negra”. Más tarde declaró a la AFP: “Es un tema muy complicado que no puede tratarse con frivolidad. Pero si yo no puedo traducir a una poeta porque es mujer, joven, negra, estadounidense del siglo XXI, tampoco puedo traducir a Homero porque no soy un griego del siglo VIII a. C. o no podría haber traducido a Shakespeare porque no soy inglés del siglo XVI”.

¿O sea que para traducir a Matsuo Basho del japonés, habría que ser hijo de un samurai, cocinero, y viajero empedernido? ¿O a Borges al uzbeko, habría que ser ciego, conservador, católico, beber mate y adorar el tango?

O sea que para que Amanda Gorman pueda ser leída en Mongolia -los mongoles son seres humanos y tienen derecho humano a leer a la Gorman… igual a no leerla- quien la traduzca tiene que ser una joven mongola, negra, activista y de la misma tendencia sexual de la americana?

Y ya que vamos a los extremos en un festival de absurdos, habría que observar que es el mismo principio de los absurdos que vivieron los judíos en la Alemania nazi y en los territorios ocupados por las SS. La superioridad aria.

Racismo es racismo, del color que sea. Extremismo ideológico es extremismo ideológico, de la banda que sea, utraizquierda o ultraderecha.

¿Cómo es que en pleno siglo XXI alguien puede llegar a pensar que lo que define a Amanda Gorman como poeta es sobre todo su condición de mujer, a tal punto que un varón o una persona autodefinida no binaria no está apto para traducirla? O si Amanda Gorman es agnóstica, por ejemplo, la persona que la traduzca ¿tiene que ser agnóstica también? ¿Y si por ejemplo Amanda es sobreviviente de un cáncer? ¿Sus traductores tienen que ser sobrevivientes de cáncer también? ¿O provenir de una familia de clase rica? ¿O amantes del béisbol? ¿Tenerle miedo a los perros?

Sí, evidentemente Amanda Gorman solo podría ser traducida fielmente por ella misma. Nunca antes un poeta fue tan individualista. Solamente Amanda Gorman es capaz de reproducir con exactitud absoluta todas las experiencias que ha tenido, a través de cada acento interior, de cada vocal, del ritmo preciso, de la consonancia perfecta.

El camino hacia la traducción perfecta estilo Amanda Gorman, es el camino hacia la incomunicación absoluta.

Racismo es racismo. Extremismo es extremismo. Idiotez es idiotez.

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