Teniendo en cuenta que aún no se han terminado los museos que están en remodelación y como falta tiempo para que puedan entrar en acción -pues hay que comprar el mobiliario especializado y capacitar a los nuevos guías y especialistas de estos, más importar la tecnología de interacción-, vale la pena hacer una reflexión sobre la estructura y conveniencia de aligerar su nomenclatura.
Hay que pensar en la industria naranja, y los museos son una piedra angular de esta, por la incidencia del turismo nacional pero sobre todo internacional, interesado en conocer del país.
Existen más o menos tres museos que deberían convertirse en uno solo: a saber, el Museo de Historia, el Museo del Hombre Dominicano y el Museo de Historia Natural. Estos tres museos deberían ser uno solo, el Museo Nacional de República Dominicana. No importa que estén en tres edificaciones distintas, aunque cercanas, las cuales pasarían a ser salas temáticas de esta institución. Y a los contenidos que ya existen deben agregarse temas de cultura, arte, ciencia, tecnología, deportes, entre otros temas donde existan éxitos de los dominicanos.
Hay quienes piensan que deberían incluirse en ese mismo esquema otros museos como Casas Reales, Atarazana y Alcázar de Colón, así como el de la Familia.
Se trata de crear un gran museo que levante el orgullo dominicano, donde no puedan faltar incluso el éxito internacional de dominicanos de la diáspora.
Ese Museo Nacional Dominicano debe tener su director general y en vez de un director en cada uno, tener un subgerente o subdirector. El tener concentrados estos tres museos bajo un solo mando, ahorra solo por el puesto de director 300 mil pesos mensuales, lo cual significa 3,600,000 pesos al año. Mas otra cantidad significativa gracias a la desaparición de algunos puestos que hoy existen triplicados y que pueden ser uno solo en vez de tres. Pero además concentra los esfuerzos para el necesario mantenimiento de su infraestructura y sobre todo de sus tesoros y fondo museístico.
Este gran Museo Nacional de República Dominicana debería convertirse en una institución autofinanciada desde el punto de vista económico, y cada una de estas grandes salas especializadas cobrarán por separado las entradas a las mismas.
Desde el punto de vista técnico debe convertirse en una institución que promueva además de la historia, geografía, arqueología, naturaleza, cultura, folklore, etcétera de República Dominicana, en un centro de investigación científica, donde además se desarrollen eventos y congresos, capaces de atraer estudiosos de la dominicanidad de otros países y facilitar estudios científicos que avalen los éxitos de los dominicanos dentro y fuera del país, que protejan la dominicanldad y que faciliten los estudios sobre hechos históricos y personalidades de la historia del país.
Es de suma importancia que el montaje de este gran museo incluya la interacción con el público visitante, dirigido hacia los públicos de diferentes edades y en varios idiomas, al menos en inglés, francés y ruso, teniendo en cuenta las afluencias de los turistas de mercados muy marcados que más se interesan en los museos, hasta la fecha.
Falta un personal especializado y capacitado, con un salario fijo base más una pequeña parte de ganancias de los beneficios que deje el museo mensualmente, capaces de guiar no tanto a los visitantes, que sí tendrían acompañamiento tecnológico, sino el rumbo científico de sus especialidades dentro de las salas correspondientes.
Este gran museo debe tener una museografía muy actualizada y condiciones tecnológicas de conservación de sus piezas. Hay que tener en cuenta que la gran erogación realizada hasta la fecha para la remodelación de lo que hoy son tres instituciones, más lo que falta, es algo que debe durar varias décadas.
Debe tener un guión unificado, coherente, que se complemente de una sala a otra, de una especialidad a otra, donde estén restos de fósiles de hace millones de años hasta un guante de Juan Marichal con video de alguno de sus juegos más importantes, pasando por un traje de Joseito Mateo (con música suya que pueda escucharse por audífonos) y hasta un video breve, resumen de su vida o la lucha de los médicos dominicanos contra la pandemia, pasando claro está por una dominicana que tiene éxito en la NASA o el dominicano Carlos Cabral, importante director de personajes y de animación técnica en Disney, o la emprendedora Paola Santana, fundadora y consejera delegada de la “start-up” Social Glass en Sillicon Valley.
¿Se imaginan un gran museo así, en el cual se pueda observar de manera lógica, fácil de digerir y lúdicamente, el devenir de la nación dominicana desde las primeras especies que poblaron La Hispaniola, hasta ahora?
El potencial de autofinanciamiento, amortización de la inversión realizada y contribución al Producto Interno Bruto es alto, gracias sobre todo a la venta de boletería en dólares y pesos dominicanos, la venta de souvenirs y de literatura especializada, así como la realización de congresos, conferencias, seminarios, talleres y otros eventos, más el alquiler de áreas y servicios brindados en estas áreas, entre otras posibilidades. El costo total de remodelación de estos tres actuales museos rondará los mil millones de pesos. Hay 800 y pico ya ejecutados en remodelación. Lo que falta debe andar entre 200 y 300 millones más. Y eso se podría recuperar, de hacerse bien, en unos cinco años.
Es sumamente importante la creatividad del personal sobre todo del director y sus principales expertos. Mente ágil, científica, que permita una visión actualizada del más importante museo del país.
Esto se llama modernizar las estructuras de las instalaciones culturales y concebirlas como parte de la industria naranja, cada vez más importante para República Dominicana. ¡Un museo para el futuro, a largo plazo!
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).