SD. La maestría no nace, se construye. Meses después que Elvira Taveras fuese sorprendida por la cancelación en su puesto, al regreso de un viaje de trabajo a Estados Unidos y encontrar que otra persona ocupaba su lugar; meses después de haber sido tratada -por el ex ministro de Cultura y su viceministro estrella- peor que un animal, ahí está erguida y victoriosa en las tablas, demostrando quién es quién. Porque las vilezas pueden dejar huellas, pero mayores son las huellas que deja la maestría en el arte. Y eso hace Elvira Taveras.
Agosto, de Tracy Letts, dirigida por Indiana Brito y con escenografía de Fidel López es un obrón de tres horas de duración, que Juancito Rodriguez, el productor, tuvo el buen tino de adquirir para hacer esta versión de hora y media, donde también brilla muy especialmente Yanela Hernández.
Ambas cautivan casi a la par, solo que Violet Weston, el personaje de Elvira, es el protagonista y lleva la mayor cantidad de texto en este tsunami familiar de personalidades, disfuncionalidades y caos.
La obra inicia con Richard Douglas, en su rol (que hace dos papeles en la obra), del escritor y cabeza de familia Beverly Weston, citando a T. S. Elliot., que si en vez de ser Agosto el título de la obra, fuese Abril, bien cabría de Elliot La tierra baldía que canta «Abril es el mes más cruel: engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales». Douglas siempre logra asumir sus papeles con absoluta organicidad, como lo hace primero con Beverly, y luego con Charlie Aiken, pareja de Matty Fae (Yanela Hernández).
No es fácil encontrar una obra contemporánea con esta intensidad, con esos meandros que van del humor inteligente al drama y del drama a la tragedia.
Yanela justamente va de un personaje pintoresco, extrovertido y mandón, al de una mujer de carne y hueso, derruida por la realidad inmediata que le rodea.
Por otra parte, la carga dramática del personaje de Barbara Fordham, personificado por Ruth Emeterio, está lleno de matices, y casi siempre cuando está encaramada, en lo más alto de la intensidad de las situaciones que le rodean al personaje, es que mejor le funciona, o cuando al final se desploma, para entonces tomar la decisión que toma, desde que su pareja Bill -en la piel de Santiago Alonzo- sale de escena y de su vida. Sin embargo, al principio Ruth me resultó un poco actuada, no sobreactuada, pero sí como si el personaje estuviese demasiado a flor de piel, tirando con la técnica, mas no en las entrañas, orgánicamente, como efectivamente logra poseerlo más adelante.
Me creo a Pamela Herdis en Ivy Weston, a pesar de que su rostro no da la edad del personaje, pues tiene un rostro muy joven y eso quizás se pueda resolver en el departamento de maquillaje. Al principio me costó saber si era lesbiana o heterosexual. Y esa ambivalencia fue interesante, pues aportó elementos en la intriga con ese amor escondido es una subtrama interesante. Ya en la relación se muestra muy franca y enamorada.
Quiero destacar ese personaje extrovertido de Karen Weston asumido por María Angélica Ureña, aunque me gustaría verla en un personaje diferente totalmente a su modo de ser. El suyo es quizás el personaje más fresco, de los bien actuados.
Steve Heidebrecht, la pareja de Karen, es Bryan Payano, quien aporta un papel fluido y fresco, y Johnna Monevata está aceptable en la piel de Luvil González, así como Johanna González como Jean Fordham.
Ahora, los que de verdad están fuera de peso en la obra son Johanna González, que no da nunca una muchacha de 14 años, además de estar muy flojita en su papel, pues salvo las actitudes exteriores de una adolescente ensimismada en su mundo, el personaje no se deja creer; así como Anderson Mercedes (Pichu), quien por un momento provoca risas, cuando se queda dos, tres, cuatro segundos, muy serio, como frezado, para entonces decir «te adoro», pero fuera de ahí estuvo bastante superficial en su rol.
Por lo demás, están muy bien coreografiados los movimientos de los personajes dentro de la misa en escena, incluso esos momentos de aparente caos, están muy bien diseñados, y si uno le da marcha atrás a la máquina de emociones, se da cuenta que han sido varios los momentos en ese amplio abanico de identidades, psicologías, universos que conforma esta familia.
Alabo el diseño de vestuarios, el maquillaje y la peluquería, y los diseños de luces y sonoro a lo largo de la obra.
«Tu, mamá, eres la más fuerte… mamá», le dice Barbara a Violet Weston, y hace mutis. La madre entonces llama a la hija y se da cuenta de que no queda nadie, ni esposo ni hijas. «!Beverly, Beverly, Beverly», grita. «Ya no están», dice Johnna y ella grita «Barbaraaaaaa!!!»
Agosto es de las mejores obras mostradas este quinquenio, por la calidad de la puesta, incluyendo el diseño de luces, el poder de síntesis de la misma, el duelo actoral que suponen Elvira Taveras y Yanela Hernández, otra maestra de las tablas; la complejidad de sentimientos, caracteres y situaciones que implican en una sola familia, que quizás simbolice la disfuncionalidad del mundo de hoy.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).