Tras el éxito de Miriam miente en los festivales internacionales, Natalia Cabral y Oriol Estrada retratan a sus propios personajes como cineastas independientes con una distancia crítica hecha de autoburla en un falso documental que honra la fuerza del nacimiento de la historia en torno a todos esos momentos de duda e incertidumbre tradicionalmente expulsados de una película. Una Película Sobre Parejas es un pequeño e íntimo documental, muy divertido, con algunos toques de melancolía. Una película encantadora e ingeniosa.

Esta mirada introspectiva sobre la vida de una pareja de directores que hacen de este periodo de gestación de la película el corazón de su nueva dirección, da testimonio de la fascinante fuerza creativa del cine para ordenar el mundo en forma de una narración a compartir para cuestionar cada vez su singularidad.

Natalia y Oriol, intentan conciliar su trabajo como dúo con su vida de pareja (con la extraordinaria Lia). Así ocurre desde los primeros créditos, cuando los espectadores asistimos a la presentación de El Sitio de los sitios (2016), su anterior película documental, ante una sala casi vacía. «A la gente ya no le interesa el cine», le dice Oriol a Natalia, «y menos el nuestro». ¿Cómo continuar? Gracias a un éxito cinematográfico, un inversor podría financiar su nuevo proyecto, siempre que lo definan y lo vendan bien.

La historia es engañosamente sencilla porque, en forma de inmersión íntima en una película en construcción, sin vista de cámara, Natalia Cabral y Oriol Estrada deben cuestionar constantemente lo que hace una historia. No hay ninguna pretensión por su parte de inventar un género cinematográfico, con un sentido de la autoburla cercano a lo burlesco, o por Godard en un enfoque más intelectualizado y conceptual. Aquí, es con humildad y una transparencia de su posición con respecto a la sociedad dominicana que los cineastas filman y escenifican, que se basa su producción.

Las discusiones entre Oriol y Natalia se suceden de forma engañosa y bastante hilarante. Entre las grandes referencias a seguir (Frederick Wiseman, Ozu, Kieslowski) y su vida cotidiana más bien banal, los dos cineastas dudan sobre qué perspectiva adoptar. ¿Y si filmaran parejas? La inspiración surgió de la observación: en un parque, se cruzaron con una pareja de ciegos, guiados por su hijo. Esto fue lo suficientemente inusual como para ser providencial. Deberíamos encontrar a esta pareja, añadir otra docena de parejas interesantes y filmar sus trayectorias. «¿Qué categoría socio profesional?», pregunta un miembro de su pequeño equipo. Oriol y Natalia no lo saben, prefieren seguir los caminos laterales en lugar de las cuadrículas sociológicas

Y la cuestión de la pareja que anuncia el título se cuestiona tanto delante como detrás de la cámara, con la consecuencia de tomar conciencia de que ser pareja consiste en proyectarse en una historia que se escribe en plural, donde el individuo, atravesado por los códigos de la sociedad y su propia historia, debe compartir un sentido común. Así, bajo la frescura de una historia de parejas, es toda una reflexión sobre la legitimidad de los cineastas para llevar a la pantalla la historia de otros que se propone con una sobriedad conmovedora en la demostración de la puesta en escena.

Cuando Natalia entrevista a las parejas, Oriol le señala, a veces un poco brutalmente, lo que está mal. Por su parte, rueda unos bonitos cortes, que siempre pueden insertar después. Y si Oriol quiere captar algo del amor en estas parejas, a Natalia le gustaría captar la relación de poder. Como en su propia pareja, donde todo no es tan evidente. A pesar de la complicidad, los egos se resienten a veces, por pequeños choques, que quizás no sean tan insignificantes: ¿Qué visión de la sociedad dominicana? ¿Qué lugares respectivos ocupan sus nombres en los créditos? Hay algo de Woody Allen en el humor egocéntrico, en la forma de filmar a una pareja en perpetua discusión-disputa. Y el tema musical es el mismo que en El árbol de la vida, de Terrence Malik, lo que se suma a la agradable discrepancia permanente que subyace en la película.

Sin pretensiones, muy fresca («Tu cara es más fresca que la de Natalia, es más fácil hablar contigo» le dice un amigo a Oriol, que enseguida defiende a su compañera: «Yo tengo una risa falsa, ella es más directa»), esta pequeña película dominicana nos conmueve con su ternura y su humor.

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