MIAMI. Cuando The Incredibles apareció por primera vez en noviembre de 2004, el género de superhéroes no estaba tan saturado como ahora.
Traer de vuelta a esta familia de superhéroes unos 14 años más tarde, significaba que el escritor y director Brad Bird tenía algo interesante que ofrecer, teniendo en cuenta como está el mercado actual. Bird, sabiamente, comienza la acción de la nueva película donde dejó la original, y era cuando The Underminer (John Ratzenberger) aterrorizaba a la ciudad. La última vez que vimos a la familia Parr, Bob / Mr. Increíble (Craig T. Nelson), Helen / Elastigirl (Holly Hunter), y sus hijos, Violet (Sarah Vowell) y Dash (Huck Milner, en reemplazo de Spencer Fox) recién comenzaban sus andanzas como familia unida con una sola visión. Después de la batalla con The Underminer, Rick Dicker (Jonathan Banks, reemplazando al fallecido Bud Luckey) informa a la familia que el programa Super Relocation se está cerrando.
Mientras que los superhéroes siguen siendo ilegales, Winston Deavor (Bob Odenkirk) y su hermana, Evelyn (Catherine Keener) están interesados en cambiar esta realidad. Quieren usar a The Incredibles y Frozone / Lucius Best (Samuel L. Jackson) para ayudar a hacer populares a los superhéroes otra vez. Elastigirl se convierte en el rostro del movimiento mientras que Bob se queda en casa cuidando los niños. Vemos una visión distinta de los padres, situación que rara vez vemos en una película de superhéroes. El nuevo villano, The Screenslaver, se esconde detrás de todo tipo de pantallas y hace que sea mucho más difícil luchar como tal. Obviamente, un subtema de esta alegoría de múltiples capas es la esclavización de la población a sus pantallas. Mientras esto sucede, Jack-Jack está comenzando a desarrollar sus propios super-poderes a pesar de que es demasiado joven para manejarlos.
The Incredibles 2 (o la Familia Parr) es una familia normal pasando por los dolorosos cambios generacionales, una familia de superhéroes que intenta reconciliar sus dones con una sociedad que le pone reglas en su contra. Así es, los superhéroes han sido prohibidos porque se les percibe como una fuente de problemas. Esa es la ironía de esta película animada, y es que toma cosas de la vida real: a veces incluso los buenos tienen que luchar para ser reconocidos o para ser legitimados. En una de sus mejores frases, Elastic Girl dice «Es una locura, que para ayudar a mi familia, tengo que dejarles. Para arreglar la ley, tengo que romperla”.
¿Qué debe hacer una súper mamá cuando el deber llama y debe dejar a la familia bajo el cuidado “descuidado” de su obviamente celoso esposo? Bird no convierte a Bob en un completo inepto, sino que crea situaciones para que el resto de la familia intervenga y ayude con el nuevo gran desafío, y es el vivir el día a día sin la persona que manejaba las situaciones difíciles y les encontraba la solución.
Bird reconoce la necesidad de que los papás encajen en el manejo de la casa, como por ejemplo, mientras trata de desenmarañar un desastre con la cita de su hija Violet, mientras echa de menos su cita, y papá debe asesorar intrincadamente a su hija. Incluso para un superhéroe, es un desafío difícil, y allí donde expongo lo del crecimiento doloroso. Ya los adolescentes de esta película no son los mismo del 2004, en una época donde todo está digitalizado y la información está más cerca, aun con los mejores valores. La ola de la modernización podría arrastrarlos, pero la responsabilidad de la sangre pesa más que la data de un aparato telefónico.
Pero el súper heroísmo más destacado es el de mamá, como un buen ejemplo de los movimientos que están surgiendo en esta época que permite que una mujer tenga poder público y que cumpla en privado con las situaciones de su hogar, con un poco de ayuda de su familia.
Pixar cumple de nuevo. Reforzado por una majestuosa musicalización retro de Michael Giacchino, logra el difícil truco que muy pocos estudios han hecho: presentar un producto de atractivo universal, tanto para adultos como para niños. Es a la vez una carta de amor a las películas de superhéroes. Es un estudio de una familia que enfrenta y supera sus inseguridades y expectativas sociales, visto a través del prisma de un ambiente colorido. Con una extraordinaria secuencia protagonizando un bebé y un mapache, la película hace que el tiempo de espera, el largo tiempo, no haya sido en vano.
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