MIAMI. El sistema dominicano de clasificación de clases (o al menos en ideología), no se ajusta en gran parte a los estándares latinoamericanos: los blancos son ricos, en su mayoría descendientes de familias adineradas, esto debe ser considerado como algo de admirar y respetar, mientras que los negros son descendientes de esclavos, y los que hablan con un acento extraño son rurales. Estos orígenes raciales apoyados mayormente por el color de piel, definirían tu procedencia. Otro trasfondo interesante es la celebración latinoamericana de los quince años que (especialmente para las niñas) significa la transición a la adultez, que en una época parecía implicar matrimonio inmediato y quehaceres del hogar. Aunque hoy en día sigue siendo una tradición, no se celebran con los mismos fines.
¿Por qué mentiría Miriam? Porque siendo casi una niña de quince años y después de conocer a través del internet a Jean Louis (con el cual extrañamente no se ha intercambiado fotos), Miriam (Dulce Rodríguez) se sorprende al descubrir que su Romeo virtual, el mismo chico al que ella propuso para que bailara con ella en su fiesta de quinceañera, también es negro, como ella. Con la fiesta acercándose cada vez más, y la presión de su madre por querer conocer a este joven, la niña, presa del pánico, se ve envuelta en una serie de mentiras mientras lucha para evitar que su familia y amigos descubran la «verdad».
Su madre, no tiene “problemas” de cómo se vea el niño, siempre y cuando tenga “buena educación”. Palabras que se las lleva el viento, ya que de una forma (in)consciente, Tere, pasa la mayor parte del tiempo intentando encubrir la identidad de su hija. Por ejemplo, su insistencia en “alisar” su pelo, o la mera presencia de las amigas de Miriam, todas blancas, las cuales disfrutan de jugar con su pelo ondulado tan solo porque es una textura diferente a la de ellas, son parte de las presiones que su entorno ejerce en contra de ella.
No culpamos a Miriam por mentir, cuando las únicas caras negras que conoce son las del servicio, el cual es maltratado en frente de ella, o cuando en conversaciones con su abuela materna y su tío, estos ven al padre de la adolescente y su familia desde una perspectiva negativa, y no porque sus padres ya no estén juntos, si no por su color de piel y procedencia. Su padre, Fernando, por otro lado, está más que consciente de este hecho y evita las preguntas de su hija. Miriam solo se siente a salvo alrededor de Jennifer, su mejor amiga, con la cual, comparte su fiesta de cumpleaños.
“Miriam Miente” es la tercera colaboración creativa entre la pareja Natalie Cabral y Oriol Estrada. Sus dos películas anteriores, “Tu y yo” y “El Sitio de los Sitios” son documentales. El compromiso de tener una dirección conjunta y tener como base el documental, es donde percibimos desde su entrada que “Miriam Miente” es una película elegante y bastante uniforme. Israel Cárdenas filma la mayor parte de la película en primeros planos, tratando de reflejar la creciente presión que enfrenta Miriam. Mientras el metraje avanza y el descubrimiento de su secreto de hace cada vez más real, los planos se vuelven más fijos.
Aunque de momentos la película sea reincidente en la situación de Miriam, y sigue el estilo narrativo pausado de sus trabajos anteriores, ambos directores prefieren enfocar su historia en el rostro ansioso de Dulce Rodríguez y allí radica la mayor parte de su éxito. La novel actriz nos regala una soberbia actuación y es el hilo narrativo de toda la película. Muy buena intervención secundaria de Pachy Méndez como madre de Miriam. Aunque queriendo eliminar cualquier signo de afro descendencia en su hija, no la vemos como villana, más bien ella es el reflejo de nosotros como sociedad.
“Miriam Miente” es una representación incómodamente precisa de una conmovedora lucha de madre-hija en una familia sin padre en la que la madre quiere pretender muchas cosas y la hija es bien consciente de su entorno y no se deja engañar. Los personajes son instintivos y volátiles en esta pequeña joya de película, y es donde nos identificamos con la mayoría de ellos. ¿Quien iba a decir que una pequeña mentira nos pondría al desnudo como sociedad?
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