Cundo Bermúdez, con la paleta (Foto: Fuente Externa)

Especial de Raúl Rivero, para Notaclave.com

MIAMI. Ahí están, con toda su poesía, su tenue fosforescencia, su ingenuidad y su fuerza auténtica, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) dos cuadros. Las obras tienen estos títulos sencillos La barbería y El balcón. Y llevan la firma de un cubano llamado Cundo Bermúdez (La Habana, 1914-Miami 2008), uno de los grandes maestros de las artes plásticas cubanas, un creador puro y libre que vivió la mayor parte de su vida en el exilio en Puerto Rico y en Estados Unidos y nunca dejó de pintar la Cuba que se llevó en la memoria.

Era el genuino cantor de la exuberancia y de unas claridades especiales de la realidad cubana y los colores que solo él podía percibir, ver y retratar en aquella tierra y su mirada especial de la escena diaria de la Isla y un acercamiento cándido o raramente inocente, le dieron forma a unos oleos descomunales, trascendentes y eternos.

Como no podía ser otra manera, los funcionarios oficialistas, aunque no puedan olvidarlo del todo, tratan de dejarlo lejos o de confundirlo o de disimular su biografía que los sitúa fuera de Cuba desde 1962. Pero su obra es tan importante que tienen que mencionarlo por ahí a cada rato porque se sabe que Cundo (Secundino) Bermúdez está entre los artistas de más rango en el siglo XX cubano.

El balcón (1941), de Cundo Bermudez (colección del MOMA), (captura de pantalla)

Nadie puede dudar de que es un maestro de fama mundial y sus cuadros presentes en decenas de museos e instituciones lo confirman. Había estudiado pintura en la Academia de San Alejandro en La Habana, estudió también Derecho Diplomático y Ciencias Sociales en la Universidad y después se trasladó a México donde realizó estudios en la Academia de San Carlos.

Uno de las personas que ha estudiado su trabajo lo define como un paisajista ocasional, pintor de naturalezas muertas o retratos de músicos o saltimbanquis, lo que define su mejor pintura son las escenas extraídas del medio cubano y los interiores domésticos que, en un proceso de sublimación, han ido refinándose hasta convertirse en espacios místicos.

Una descripción definitiva de su pintura la hizo bien temprano su colega mexicano David Alfaro Siqueiros: “Cundo Bermúdez representa audacia en las artes plásticas. Él sabe cómo construir de una manera sincronizada. Con tonos y primeros planos situados en profundidad pictórica, él construye y organiza, a veces de manera casi milagrosa. Yo creo que este artista ha tenido gran importancia en la gama cromática de la pintura moderna cubana”.

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