Todo el universo conspira para que los padres nos peguemos como chicles a nuestros hijos. Creamos un vínculo muy fuerte con ellos. En el caso de las mujeres más, ya que están unidos a nosotras en perfecta armonía por nueve meses. Crecen y no nos damos cuenta, siempre son nuestros niños. Cuando se casan, despertamos del sueño y vemos que se van con esa chica medio loquita, que definitivamente es su novia, y confirma que en verdad mi niño no-vio a su novia bien… Cupido haciendo de las suyas. Comienza la guerra que nunca termina.
Para que una nueva pareja se convierta en una familia diferente a la de sus padres, debe surgir una mezcla de las familias de origen y de lo nuevo que se aporta a la unión. Muchas cosas tienen que pasar para que esto sea una realidad y tengamos una nueva familia.
Debemos divorciarnos de nuestra familia de origen. Ojalá sea amistoso, donde pongamos claro que mi pareja está primero y que mi familia también estará primero. No significa abandonar a padres, hermanos, abuelos, etcétera. Eso sería un corte emocional muy dañino para todos.
La familia es una unidad emocional y todos la necesitamos para estar sanos mentalmente. Los niños necesitan crecer en una familia unida, anhelan el amor de sus tíos, primos y abuelos. Pero ellos deben saber que esta relación tiene sus fronteras y límites. Por ejemplo, los abuelos no deben desautorizar a los padres. Solo se justifica si existe peligro de muerte, graves conflictos o crisis, como abuso de sustancias, violencia, abuso sexual, incesto. O que se les pida su opinión.
Pero es algo muy distinto lo que pasa:
-Se convierten en vampiros de «tiempo y energía». Piensan que el propósito de sus vidas es estar ahí para ti. Llaman a tu casa insaciablemente, poniendo excusas o sin ninguna. Se ofenden si no tienes tiempo para hablar con ellos. Simplemente, no han soltado a sus hijos, no respetan la vida autónoma que ellos están tratando de vivir.
-Les encanta castigarte por quitarle a su hijo(a), actúan como si no existieras o te tratan como a una porquería.
-Son expertos en causar discordia entre ustedes.
-Si ustedes pelean todo el tiempo debido a sus padres, y sospechan que le están haciendo daño a la relación, los suegros tóxicos han creando discordia.
-Invitan a tu pareja y a ti no.
-Olvidan tu nombre, o te llaman como a la exnovia.
-Hablan de ti en tercera persona, como si no estuvieras presente.
-Dicen: «Si tu esposa cocinara mejor, no estuvieras tan delgado».
-Tratan a los niños como si pertenecieran solo a su hijo y a su familia.
-Te critican delante de su hijo y de tus hijos.
-Te molestan, tú reaccionas con ira y van donde su hijo a quejarse.
Simplemente, hay que actuar o fracasará la relación. Pero, ¿cómo? Prometo decírtelo en otra ocasión.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.