Empecé a ver una película que todos me recomendaron, pero no duré ni cinco minutos. Daba náuseas ver cómo un salvaje violaba a una jovencita, dejándola en un charco de sangre. Me indignó tanto que apague la televisión. Deberían cambiarle el nombre a la TV y al cine: es un saco lleno de crímenes, sexo violento, denigración de la mujer y un gran etcétera.
La violencia nos arropa a un nivel que amerita ya legislar sobre esto, o nosotros empezar a protestar. La violencia se aprende y, según los estudios, nuestros niños ven tantas muertes en sus juegos que terminan pensando que es algo natural. Después nos quejamos de lo que hemos promovido con nuestra conducta, dejando que nuestros hijos vean esos malditos videojuegos donde matan a los demás solo para verlos caer; las películas y todo un entorno que permite y aplaude esta basura.
La violación sexual es un acto de violencia. Contribuye este caos que llamamos sociedad, pero además se debe, entre otras cosas, a que la mujer, por más que se diga lo contrario, sigue siendo vista como un objeto sexual. La crisis, después de una violación sexual, tiene matices diferentes para cada ser humano que la sufre. Los síntomas pueden variar, pero para todas es un hecho traumático.
Conocer los síntomas después de una violación sexual puede ayudar a quien la sufre —y a sus familiares y amigos— a entender el proceso, y así acompañar a la víctima en su recuperación.
Estos síntomas son:
–Shock emocional: Desconcierto, confusión, imposibilidad de llorar y miedo.
–Incredulidad: Piensa que no le ocurrió a ella, cree que fue una película. También se pregunta por qué le pasó. Temor a comentarlo con la familia y amistades.
–Humillación: Sensación de suciedad, se ve cómo diferente a las otras mujeres.
–Depresión: Tristeza acompañada de llantos, pérdida de esperanzas en el futuro.
–Culpabilidad: Cree que provocó el hecho y trata de entender lo que hizo o no hizo. Siente que no podrá retomar el control de su vida. Intranquilidad, pérdida de la noción del tiempo y angustia.
–Aislamiento: Abandono del trabajo y/o estudios, se encierra en sí misma. Habla mucho, sin control, o se queda callada por mucho tiempo.
–Ideas de persecución: Sensación de peligro constante. No para de pensar en el hecho, de soñar con lo ocurrido.
–Somatización: Dificultad para respirar, trastornos del sueño, trastornos en los hábitos alimenticios, náuseas, problemas estomacales, pesadillas, pérdida de control de los esfínteres.
–Sexuales: Miedo a la vinculación erótica. Y otras personas se tornan promiscuas.
La persona también sufre consecuencias físicas: riesgo de muerte, embarazo, contagio de infecciones de transmisión sexual como VIH-SIDA, ITS (Infecciones de transmisión sexual) o lesiones físicas como heridas, hematomas y laceraciones vaginales.
Por eso, es un crimen. Afecta para siempre la vida de un ser humano, en el aspecto emocional, en su sexualidad y en su capacidad de entablar relaciones con los demás.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.