En estos días leí un artículo sobre cifras altísimas de personas que consumen ansiolíticos para dormir, mientras otros lo hacen durante el día. El autor del artículo se preguntaba a qué se debía esto, mientras seguía dando más y más información en «numeritos» sobre el problema.
Sí, las estadísticas son importantes, pero, ¿qué hacemos con la información si no sabemos lo que ha disparado la conducta o adicción? Sí, adicción. No se sorprenda, las píldoras para dormir (a menos que sean naturales), los ansiolíticos, el café, el cigarrillo, la comida, el alcohol, la marihuana, la coca y un gran etcétera, son «drogas». Muchas de las mencionadas anteriormente producen adicción física y psicológica. Y eso que no hemos hablado de la morfina, los opiáceos (usada por los médicos para quitar el dolor), la heroína y un gran etcétera. Todas son drogas «fuertes», y muy adictivas.
El hombre es adicto a diversas «cosas» desde que el mundo es mundo. Y yo me río cuando oigo a personas criticar a quienes consumen drogas «no legales». Ojo, el alcohol fue ilegal en su tiempo. Sin embargo, estas personas no critican a quienes toman pastillas en exceso para el dolor, beben pastillas químicas para dormir, y hasta demasiado alcohol, pero creen que son «normales» y se burlan de los que fuman marihuana o consumen coca.
Las adicciones se deben a heridas emocionales, traumas de la niñez, haber crecido en familias disfuncionales o conflictivas, etcétera. Por lo que estudiar los «numeritos» solo ayuda a ver lo mal que estamos, pero no nos curará.
Si la mitad de lo que se invierte «tratando» de luchar contra el narcotráfico, sin realmente lograr casi nada, se invirtiera en terapia familiar, educación para la vida, o lo que es lo mismo, en enseñarnos desde pequeños a ser padres que funcionan, lo cual es ciencia, esos «numeritos» bajarían. Al igual que si nos enseñarán a «elegir» pareja (para que el amor funcione, amarse no es suficiente), si se educara para prevenir el abuso sexual, físico, emocional y la negligencia.
Si los niños crecieran en un ambiente menos violento, en familias amorosas, personas que respetan a los demás, que no abusan y son justas en sus relaciones, el mundo cambiaría. Entonces, la ansiedad bajaría y la gente podría dormir tranquilamente, ya que la mejor almohada es una conciencia tranquila. Pero, en una sociedad competitiva, adicta al «tener» y que se ha olvidado del «ser»; en un mundo lleno de seudo-seres, que viven buscando la aprobación de los demás, porque no se aman a sí mismos ni son congruentes en lo que hacen y lo que dicen, seguiremos consumiendo drogas, sean legales o ilegales.
La gente cree que matar es solo disparar a otro. Pero también nos matan los políticos sinvergüenzas, las leyes injustas y el dinero mal repartido, entre otras cosas.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.