En mi show dranancy.com hablamos sobre los Sanky Panky (prostitutos dominicanos) con nuestro gurú del sexo, mi querido profesor Dr. Rafael García Álvarez. Lo último que hicimos juntos fue hablar sobre el “cocomordan”, y se convirtió en viral.
El Dr. García nos habló del estudio que llevaron a cabo sobre los Sanky Panky, con financiamiento de Canadá. Perseguían saber si estas relaciones eran un riesgo para la infección del VIH y si usaban condones para prevenirla.
Santo Domingo, en esa época, era un sitio de turismo sexual. Todo turista que va a otro país, siempre tiene la fantasía de tener sexo con un local. Hoy existe esta forma de prostitución en diversos países como Barbados, Jamaica, República Dominicana y en todo el Caribe.
Los Sanky son chicos de playa: nadan bien, hablan dos o tres idiomas, bailan de maravillas, etcétera. En principio, solo tenían sexo de un día con hombres, y le cobraban. Después, empezaron a tenerlo con mujeres. Se envolvían con la turista, con el fin de casarse y recibir dádivas. A veces no le cobraban. Perseguían a “las viejas”, pero, cuando le preguntamos de cuál edad, dijeron “34 años o por ahí».
Ellos elegían mujeres “pálidas”, que no hubieran cogido sol, recién llegadas a la playa, y sin compañeros. Eran dulces, amables, con buenos modales, seductores… y podían tener hasta “cinco coitos” en una noche.
Se ocupaban de las turistas, trataban de establecer una relación. Le buscaban sillas en la playa, le compraban cervezas (con el dinero de ella). Empezaban a acercarse para establecer un vínculo afectivo. Las llevaban a las discotecas, y ahí el Sanky Panky empezaba a seducirla.
Sus destrezas las usaban al máximo, rozándolas, pegándose, bailando, persiguiendo excitarla. No se la llevaba a la cama esa noche, pero ya empezaba una relación. Usaba el baile para seducir y tumbar resistencia. Después de unos días, le daba un alcohol bastante fuerte para derrumbar su resistencia. De ahí su nombre: “rompe creta”.
En la cama, el Sanky se esmeraba en explorar la sexualidad de estas mujeres, sobre todo, las del sexo oral. Por ejemplo, con la pulidora o el abejón. No es más que sexo oral a muy alta velocidad, y con un ruido que parecía un abejón. Y las mujeres se volvían locas de placer. Los gritos eran terribles. La policía llegaba y pedía que abrieran la puerta, que estaban matando a esa mujer. El Sanky respondía que la estaba “matando de placer”.
El Sanky no cobraba a la turista. Si necesitaba dinero, se ponía triste. Y cuando ella preguntaba qué pasaba, él decía que tenía problemas. La turista entonces le daba dinero “sin él pedirlo”.
La finalidad del estudio es bajar la resistencia al uso del condón, para que el sexo sea seguro y así disminuyan las infecciones sexuales.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.