Boszomeni-Nagy es un famoso terapeuta familiar a quien admiro. Él hace hincapié en la importancia de la justicia relacional. O sea, que las relaciones humanas deben ser justas, porque de lo contrario no duran y hacen mucho daño.
Por ejemplo, si en una relación de esposos, hijos, familiares o amigos, uno da mucho y no recibe nada o muy poco, existe una injusticia relacional. El que da y no recibe, se va llenando de rabia, dolor y mucha depresión, entre otras cosas, porque está siendo usado como un objeto. Esa persona cuida a todos, cocina, está atenta a las medicinas de los otros, visita a los médicos con los menores o los ancianos de la familia, siempre brinda apoyo emocional o económico, pero no recibe nada o muy poco a cambio. Si se enferma, nadie lo acompaña, nadie está atento para darle soporte emocional.
Esto no solo ocurre en las familias, sino también en los trabajos, donde muchas veces personas leales, productivas, puntuales, sinceras y eficientes, no son reconocidas. Mientras, quienes logran los aumentos de salario, los ascensos a mejores puestos, e incluso los premios, son los «chupa medias» de los jefes. Los adulan, los engañan y así logran sus «éxitos». Esta es una injusticia relacional, donde uno ofrece de más, pero los que reciben no devuelven en igual medida.
Hay personas con una autoestima baja, que nunca creen merecer lo que reciben. Les da vergüenza que alguien le compre algo, que le paguen bien (siempre cobran menos) y hasta les resulta difícil gastar en su propio beneficio. Jamás comprarán algo que les gusta, porque «cuesta mucho, es caro». Sienten que no merecen nada. Esas personas, por lo general, dan mucho pero no saben recibir. Los seres humanos tienen que reclamar para que les dejen dar. Es injusto que no podamos dar. Para crecer, tenemos que dar. Si solo recibimos, no crecemos.
Considera Nagy que las relaciones se rigen por el Libro mayor de reciprocidad, es una especie de volumen de contabilidad en el que guardamos lo dado y recibido en todas las relaciones. Como todo libro de contabilidad, debe estar cuadrado: tanto entró y tanto salió. Es un dar y recibir que debe ser recíproco. De esto no ser así, es virtualmente imposible que esas relaciones funcionen. Quizás por un tiempo, pero tarde o temprano explotarán.
Por ejemplo, una esposa leal, atenta, apasionada, vive para su marido. Ella da mucho, pero su esposo no. Aquí no existe justicia relacional, pero, si no hay justicia, es un infierno.
Como digo, no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. El que usa a los otros, el que pide, pero nunca da, está condenado al fracaso en sus relaciones y siempre termina solo, aunque esté supuestamente acompañado. Vigile su Libro mayor de reciprocidad si quiere paz.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.