«Hoy vengo a ofrecerte mi verdad, mi cariño y mi amistad», proclamó a través de un brevísimo video que le sirvió de oppening, Cecilia Garcia. Subió el telón y apareció en escena la Orquesta Sinfónica del Teatro Nacional dirigida por Dante Cucurullo, unida a la Big Band dirigida por Gustavo Rodríguez y al compás de «Mediterráneo» de Joan Manuel Serrat, apareció ovacionada en escena la artista que convocó hasta al mismísimo presidente de la República y a la primera dama. «¡Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterraneo!», decía, con la primera ovación.
Fresca y sin titubeos, Cecilia -que no hay otra Cecilia- se entregó en un midley de boleros que inició con «No me platiques más» dei inolvidable amigo Vicente Garrido, en un arreglo menos filinesco y mas jazz con la Big Band. Pegadito, Julio Gutierrez le recordó que «En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse…» y enseguida el «Te extraño», de Armando Manzanero.
«¡Que linda noche!», se admiró Cecilia. «Esta es una noche sumamente especial para mí». Saludó al público y al presidente Luis Abinader y la primera dama Raquel Arbaje.
«Hace 54 años estaba esperando este concierto», afirmó y el público aplaudió. Cecilia tuvo su noche histórica, moviendo siempre esas cuerdas invisibles que remueven sentimientos y risas, desde su fino sentido del humor hasta lo que transmite con canciones y homenajes.
De Aldemar Romero hizo un «De repente», que de repente fue diferente, en un arreglo de joropo y jazz, lo que llamaban o llaman los entendidos “onda nueva”.
«Mientras más me gusta una canción, no me la quiero aprender», manifestó por el camino. Y entonó a manera de demostración del repertorio de Ana Belén “Lía”, de José María Cano; de ahí con un cambio de ritmo se adentró en “Derroche”, de Manuel Jimenez, que terminó de repente como llegó. Y en un cambio de ritmo y época, dio un salto atrás en el tiempo con “El dia que me quieras” de Carlos Gardel, en un tango arreglado como balada con ambas orquestas juntas.
Entonces hablando de «liricas» y «letras» se metió en una samba que sirvió para un cambio de atuendo y de intención pues puso segmentos de musicales como Arcoíris, La Mujer Araña; I dreamed a dream acompañada de las hermanas Ana y Carolina Rivas -dos voces de las mejores del país- fueron efectivísimos apoyos; así como también fragmentos de los musicales Evita y Victor Victoria.
Luego pasó a cantar canciones de autores dominicanos y arrancó con «Déjame sola» de Rafael Solano. Donde hubo un disturbio en la letra que tuvo que tararearla. «Tiene que ser» de Manuel Troncoso; de Juan Luis Guerra hizo «Cuando te beso» que contó con la sorpresa de que su hijo Luis Miguel (ministro de Trabajo) rosa en mano para su madre, saliera a acompañarla a finalizar el tema a dúo. Pero no bastó con eso, porque la presencia del hijo, le dio oportunidad a Cecilia a salir de escena para otro cambio de vestuario, mientras Luis Miguel sorprendía cantando «Hasta que me olvides», compuesta también por Juan Luis Guerra para el otro Luis Miguel, que no es de Camps García-Mella, como el dominicano. La sorpresa contó con varias ovaciones, pues significó no solo ese momento sentimental de madre e hijo, sino que se descubrió la excelente calidad vocal del hijo.
El regreso de Cecilia fue para rendir homenajes a Sonia Silvestre, Anthony Rios, a Johnny Ventura, a Luchy Vicioso, y a Victor Victor con pequeños de fragmentos de canciones que popularizaron.
Siguió de homenajes a René del Risco, a Milton, a Yaqui Núñez, a Freddy Beras Goico, a Luisito Martí, pero ahora contando con el apoyo de Ana y Carolina y del barítono Pedro Pablo Reyes. «A mis amigos quienes están conmigo en todos los tiempos» decía un letrero en un climax dificil de superar.
Ese hubiese sido un gran final. Pero no, que 54 años de espera merecen seguir el primer espectáculo personal de a quien me gustaría llamar La Diva que Ríe, porque Cecilia sin humor no es Cecilia. Y en eso estuvo bien administrada. Simpática en escena supo ser profunda y sensible cuando el momento lo requería, pero dejando que el público participara de su sentido del humor tan conocido.
Continuar después de semejante climax se hizo de la manera más sencilla, ir de más a menos, de pronto Carlos Luis apareció guitarra en mano, se sentó sobre una banqueta en medio del escenario y ahí demostró que es un extraordinario guitarrista con su Impromptu II que hasta ese momento no tenía nombre pero que después del espectáculo, tras bambalinas, conversando con quien suscribe surgió el título del tema creado para la ocasión y que da seguimiento a Impromptu I, de un disco anterior.
Mientras, Cecilia hacía otro cambio de vestuario, diseñado siempre por Lionel Lirio. Volvió al rojo para cantar Frenesí, de Antonio Prieto, que había iniciado con las cuerdas de Carlos Luis y concluyó con la orquesta entera reventando el chachachá.
Cecilia tuvo el detalle de dedicarle a la ministra designada de Cultura, que ocupará el puesto dentro de una semana, Milagros Germán, cantando «Brindo por ti, por las horas de amor…» de Mario Clavel, cerrando con «Como yo te amé», de Manzanero, bien entregadita la voz. Y ahi puso «Amnesia» de Chico Novarro y Dino Ramos; y del mismo Novarro «Cuenta conmigo». De Antonio Carlos Jobim un divertimento con su «Aguas de Marzo».
Federico Méndez también dirigió parte del repertorio interpretado por la orquesta, asi como Gustavo y Cucurullo, y el final nos hizo sentir en Brodway con un ¿fox trox? donde los 60 músicos tomaron parte, mientras La Diva que Ríe, junto a Carlos Luis, las Rivas y a Pedro Pablo, cantaba «Adiós, hay que decir adiós…».
Así fue «Cecilia, en todos los tiempos».
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).