SD. Braulio es un artista con 45 años en los escenarios que, según él, por primera vez a tenido que hacer una nota aclaratoria por algo ocurrido en el escenario.
Sucede que hace pocos días, exactamente el día 8 de marzo, durante el show que brindaba en el hotel Lina.
«Para, para…»-le dijo al pianista en medio de una canción-. «Señora, si es tan amable, por favor. Ud. no es mejor que toda esta gente, por favor, retírese! Estoy trabajando…. Todas podrían subir, ¿no?», dijo el cantante canario.
El momento lo recogió el empleado privado Juan Francisco Pichardo en su cuenta de Twitter.
Esta bien o mal lo que hizo #Braulio a esta dama #FelizMartes pic.twitter.com/9Rs0WkhWnr
— Juan Fco Pichardo (@Pichardo222) March 12, 2019
El video provocó malestar en muchas personas, y comentarios en medios que reprodujeron el video, tomando de las redes.
Ante la situación creada, Braulio, quien en otras dos ocasiones al menos ha tenido actitudes similares, tal y como señaló el colega Jorge Ramos, en el periódico Hoy, se vio obligado a ofrecer su punto de vista sobre el suceso, que debió ser explicado por él mismo en ese momento, y así hubiese evitado el alcance que ha tenido.
«A la opinión pública dominicana.
En 45 años de carrera y casi 74 de edad, esta es la primera vez que tengo que escribir una nota aclaratoria sobre algún hecho anómalo acaecido en el desempeño de mi profesión.
Creo que debo de empezar diciéndoles que a mí me encanta el contacto cercano con el público. Cualquiera que haya asistido a mis shows sabe que, donde se puede, suelo pasearme cantando entre las mesas y que, después de cada actuación, donde haya camerinos, siempre recibo y me fotografío con todos los que se acercan a mí persona. Incluso, en más de una ocasión, se ha dado el caso de que me he pasado casi el mismo tiempo posando para selfies, que el que estuve cantando.
De más está decirles que todo esto lo asumo como parte de mi trabajo y que nunca le he negado una foto a nadie.
Afortunadamente, el pasado viernes 8, en el Salón La Mancha del Lina, la nutridísima asistencia me impidió cumplir con mi vieja costumbre. La sala estaba tan llena que no quedaban espacios para que me paseara con cierta facilidad. Así que me quedé todo el tiempo en el escenario.
Sin embargo, al día siguiente, el sábado 9, en Las Matas de Farfán, al ver que allí sí se daban las condiciones, al ser un espacio abierto al aire libre, me bajé casi de inmediato a cantar a pie de pista. El publico respondió de una forma correctísima y pude desarrollar la mayor parte del show entre las mesas del muy elegante Club Social Coopcentral. Para mí fue un show memorable y creo que, a juzgar por los aplausos, también lo fue para los asistentes.
Déjenme hacer, a estas alturas, un pequeño inciso para comentarles algo que tiene mucho que ver con mi actual desenvolvimiento en el escenario:
Desde el 6 de mayo pasado yo no soy el mismo. Ese aciago día, al acabar un concierto en el Teatro Bellas Artes de San Juan, Puerto Rico, cuando ya me despedía del público boricua, tropecé con un monitor de piso, caí de bruces, me partí el húmero y, prácticamente, me deshice el hombro.
A consecuencia de ello me lo reconstruyeron en una larga operación y me implantaron una prótesis anclada en el hueso del antebrazo. Desde entonces estoy sometido a una dolorosísima rehabilitación, pero ya perdí mucha masa muscular que me será imposible recuperar a mis años y la movilidad de mi brazo y de mi mano tampoco volverán a ser las mismas. Afortunadamente, mi voz no se ha visto afectada por ese triste percance.
Esto que les acabo de contar me ha hecho ser muchísimo más cauteloso y, por tanto, me muevo con más inseguridad en el escenario. También, si puedo, no extiendo la mano derecha al saludar, porque los apretones demasiado efusivos repercuten en el brazo y en el hombro. Finalmente, la más triste secuela de este penoso hecho es que desde mayo pasado no puedo tocar la guitarra y que dudo mucho que algún día pueda volver a hacerlo como antes.
Abundando en esto que les cuento, hace unos días, en New York, una señora también se subió al escenario y me abrazó fuertemente. Estuve a punto de perder el equilibrio y me costó mucho seguir con el hilo de la canción que estaba interpretando, porque la entusiasta amiga me apretujó justo donde más me duele.
Por todo ello, cuando la noche del viernes pasado me percaté de la presencia de la señora que subió al escenario en el Lina, ya la tenía a mi lado apuntándome de cerca con su celular, haciéndome un vídeo, y su cercanía me tomó por sorpresa- como creo que se refleja en el vídeo que alguien tomo desde el público-.
Después de unos segundos de indecisión, me alejé un poco para no perder concentración en mi canto, pensando que la dama ya había logrado su objetivo de filmarme de cerca, pero ella no se bajó, sino que sepuso a filmar al público desde la tarima…
Fue entonces cuando paré la música y le pedí que, por favor, me dejará concluir el show, que igual que subió ella, podía haberlo hecho cualquiera de los presentes – de hecho, ya habían personas cerca del escenario con el teléfono en la mano y algunas podrían haberse subido, pues no había seguridad que controlase esa escalerita-.
Una vez la señora se bajó, antes de volver a empezar “En Bancarrota”, bromeé con el respetable sobre que , según una supuesta novia, la voz era lo único que todavía me funcionaba. La gente rompió en carcajadas, yo terminé el show, agradecí mucho los cerrados aplausos y, cuando ya estaba en el área de la piscina, preparado para fotografiarme con los que se acercaran, llegó otra señora muy alterada a decirme que había ofendido a la mujer dominicana y que me iba a hundir en las redes sociales… Yo me quedé perplejo, ¿ofender a quién?…¡Ni loco que estuviera!
Ante el cariz airado que tomaba la situación, los productores me hicieron subir a mi habitación, sin atender a nadie.
Miren, amigos, yo soy el mismo cantautor que escribió un tema donde se describe a una joven humilde que se baja de un motoconcho en la esquina de la Duarte con París. El mismo que le dio a esa joven, en esa canción, dignidad de reina o de emperatriz; el mismo que escribió: “Demasiada belleza para un solo cuerpo, sepasó en lo sensual quien te diseñó, la resina del tiempo puso en tu mirada, esas gotas de ámbar que tus ojosson, tus ojos son”…
Pero ¿cómo podría ofender a las musas del 99% de mis canciones, precisamente, en el DÍA DE LA MUJER?… ¿Cómo podría ofender al género que representa a más de la mitad de la población mundial?… A ese género que, además, ha llevado en sus entrañas a todos los hombres que habitamos en este convulso planeta.
¿De veras alguien puede creer que yo quise ofender a las mujeres de un país que siempre me ha acogido con generosa hospitalidad y donde cuento con tan buenos amigos y amigas?
Si después de mi relato de los hechos, aún hay personas molestas conmigo, les pido humildemente perdón, pero, POR FAVOR, que nadie ponga en duda mi profunda admiración por la mujer… Ahí están un puñado de canciones como pruebas fehacientes de mi más absoluta y eterna devoción.
Con todo el cariño y el respeto del mundo, Braulio».
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).