Colaboración especial de Leo Silverio para Nota Clave
Ya lo escribí en otros artículos en Nota Clave: La República Dominicana está atravesando por un momento muy delicado; el Niágara en bicicleta, sin frenos, pedales desgastados, sin sillín, con el cuadro torcido y la cadena floja; una vaca. Una pandemia del Covid-19 en un crecimiento exponencial, fuera de control prácticamente, con un sistema de salud estatal a punto de colapsar; una economía reducida en su producción y tributación, casi en parálisis total; y en medio de todo esto, como si faltara algún sazón por echarle al sancocho, la transición de nuevas autoridades gubernamentales y congresuales que vienen a ponerse al frente del Aparato público, a veces, sin la menor experiencia, a veces, sin el menor conocimiento de la cartera. Todo apunta al caos momentáneo, cuando menos, a la improvisación en los primeros cien días. Serán tiempos de incertidumbre para todos en el país.
El recién designado ministro de Educación, el doctor Roberto Fulcar, tiene una “papa caliente” en sus manos, más bien una batata caliente (En el Caribe se consume más que papa, batata, boniato, camote o sweet potato). Imagínese usted un trozo de este tubérculo ardiendo, meloso, pegado al paladar superior… quemándole toda la cámara bucal; no hay agua cerca, y usted en la desesperación del ardor olvidó la utilidad de sus manos y sus dedos. ¡Terrible, no? La encrucijada no podría ser más difícil para un funcionario que se va a estrenar en el cargo, y que su éxito depende en parte, de su ingenio y esfuerzo particular, pero también de los profesores y de la colaboración de los consejos de padres y amigos de las escuelas.
¡La escuela pública dominicana es un gran timo al contribuyente nacional! Desde su estructura física, semejante a un pabellón de celdas; a una cárcel con sus altas paredes y tendidos eléctricos para que nadie escape hasta sus jardines y salones de clases, sin motivaciones para cultivar u ornamentar, crear o inventar; debe ser muy aburrido estar allí tanto tiempo encerrado. Con condiciones sanitarias que dejan mucho que desear sobre lo humano, cortan el agua, y las llaves de los lavabos, nunca funcionan bien. Los alumnos tampoco respetan las áreas de higiene de su recinto escolar y prefieren, supuestamente en plan de bromas o bellaquerías, orinarse en el piso, no descargar o arrojar desperdicios a los inodoros, lanzar cuantas inmundicias se les antoja en el patio; luego ellos mismos salen en las noticias reclamando el mal estado de los servicios.
Por otro lado, la escuela dominicana no es arriesgada, no experimenta, no se expone, no se sale de la currícula temática impuesta desde el Ministerio de Educación, y, hay de aquél que osare romper las normas, será reprendido y separado del rebaño sagrado. Desde el organismo regente suelen decir con satisfacción “¡Formamos en competencias!”. ¿En cuáles competencias? En competencias de manufactura: para operar una máquina en las zonas francas con salarios miserables, para laborar en los supermercados con pagos mezquinos, para trabajar en los centros de llamadas (Call center) con remuneraciones cicateras, para bregar en los hoteles con sueldos avaros, para ocuparse en las oficinas del gobierno con mensualidades insuficientes. Debemos cruzar la barrera y llegar hasta la mentefactura: Crear productos y servicios, provocar nuevos nichos de mercados, inventar con la agricultura, experimentar con la energía, imaginar formas diferentes en las redes sociales… pero no, parecen decirnos, ustedes no servirían para eso, ustedes no podrían hacerlo.
Recuerdo como anécdota que una vez visité un liceo y cuando pregunté por la biblioteca me dijeron que la habían convertido en un almacén de muebles viejos, ¿y los libros, pregunté?, están en cajones guardados, los alumnos los rayan y ensucian. Fui a otro recinto escolar y había un piano en la oficina de la directora, y ¿por qué esta aquí, cuestioné?, debería estar en el salón de música para que los muchachos aprendan a tocarlo; no, me respondieron a secas, los muchachos lo desafinan y rayan el mueble que es muy fino; y la directora prefiere conservarlo en su despacho, aquí está seguro de daños. No es broma, es la verdad absoluta. La educación dominicana necesita soñadores, gente que se alegre porque va a impartir una clase, que le preocupen sus estudiantes, que quiera dejar una impronta pedagógica.
La escuela dominicana tiene mucha similitud con la salud nacional; se invierte mucho dinero en ellas, se reparan y actualizan con equipamientos de punta, luego viene toda la alharaca posible del gobierno de turno, mientras más vocinglerías, mejor; pero ningún funcionario medio tiene a sus hijos en la educación pública, ningún burócrata de segunda categoría va a tratarse sus dolencias al hospital, ¡qué cosas, no? Por el contrario: colegio y clínica; y en el mejor de los casos, educación bilingüe y seguro internacional de salud, sino, pregúntele al honorable presidente de la Cámara de Senadores, el doctor Reinado Pared Pérez, confrontó un malestar y salió presto y veloz hacia Estados Unidos. El excelentísimo señor presidente Danilo Medina, sufrió un brote de rasquiña y se atendió en Miami; el doctor Bautista Rojas Gómez, ahora honorable senador electo, se operó de una cardiopatía en Corazones Unidos siendo ministro de Salud Pública. Sé que es una perogrullada mayúscula esta afirmación, pero las infantas y el príncipe, actual monarca de España, estudiaron en escuelas públicas. Las infantas, ahora princesas del rey Felipe VI, nacieron en un hospital público de Madrid. Las comparaciones son odiosas, y lo sé, ¡perdón!
Ahora se discute si el próximo año escolar 2020-2021 debería ser presencial, semipresencial o a distancia, esta última alternativa, a través de plataformas digitales. En cualquier caso será una situación complicada; no todo el mundo alcanza a conectarse, ni siquiera pagando (República Dominicana tiene poblaciones enteras sin energía eléctrica, imagínese hablar de internet); los cuadernillos explicativos son otra solución, pero no todos los padres tienen las capacidades para explicarles problemas de matemáticas o encontrar demarcaciones geográficas a sus hijos, muchos menos ciencias o redacción gramatical. La generación de treinta o veinte años atrás de nuestros vecindarios y pueblos son analfabetas funcionales; que nadie se sienta ofendido, pero que tampoco nadie se llame a engaños. Muchos de nuestros padres eran guardias, policías, empleados del gobierno, barberos, zapateros, pequeños comerciantes; y un puñado muy reducido, profesores, oficinista (escribían a máquina), tenedores de libros, enfermeras…
En todo este engranaje, para reponerse ante esta calamitosa situación, se necesitará, casi de manera obligatoria, de la radio y la televisión como herramientas auxiliares al servicio de la educación, dándole un carácter pedagógico, o bien, un carácter completivo de los programas de clases. La Radiotelevision Educativa (RED), de la administración magisterial, que hasta ahora ha sido un saco de sal muy pesado, que no ha mostrado su participación en esta grave situación de la gestión que termina, deberá asumir un rol protagónico, dejando la bachata y el merengue de lado, para dar paso a la docencia radiofónica, al mejor estilo de Radio Santa María. La televisión formativa que nunca inició, no obstante el anuncio entusiasta del pasado ministro Navarro, rápidamente deberá ajustar planes y proyectos, para a través del canal 17 ofrecer una programación mínima con contenidos culturales, educativos, artísticos.
La Corporación Estatal de Radio y Televisión (CERTV), deberá hacer lo propio; apartarse por un momento de lo político gubernamental para apoyar la educación nacional. Todo esto tratando de que las clases lleguen a más lugares por más medios facilitando su intelección. El que no tiene el televisor o no tiene energía eléctrica, posiblemente tenga su radio de baterías para escuchar la pelota y la lotería, por ahí pueden conectarse con las clases. Deberá orquestarse un equipo rápido para situaciones de emergencia educativa que pueda encarar sobre la marcha este problema: Que las clases lleguen al mayor número de estudiantes en todo el país, que nadie en la escuela se quede fuera. Hará falta mucha voluntad, entusiasmo y carácter para emprender esta ardua y difícil empresa pedagógica. ¡Si se quiere, se puede, no tengo la menor duda!
La preparación de los profesores con relación a los platós televisivos, películas, documentales y programas especiales; contratación de personal auxiliar especializado en lo audiovisual, son medidas necesarias para construir, vigorizar y agilizar todo lo educativo; urgente, ante el momento que vive la sociedad dominicana. Los actores, actrices y todo el personal técnico (ya lo dije en un artículo anterior en Nota Clave), es necesario para que se incorporen a la tarea de producir material audiovisual educativo. La compra de material fílmico y televisivo como soporte de lo que se va a aprender tradicionalmente es indispensable para los profesores que podrán recomendar a sus alumnos tal o cual programa sobre anatomía o historia y su posterior discusión sobre el tema. Los bancos de imágenes no pueden dejarse de lado.
4% del PIB, no es suficiente aún, pero da para mucho en educación. Hay que habilitar el canal 17 de forma decidida y preparar su personal. Hay que dar menos espacio a la propaganda gubernamental de CERTV y ofrecer esos horarios para una televisión de calidad atendiendo las necesidades de este momento; hay que arrimar el hombro con fe, luego con trabajo decidido sobre los objetivos que queremos alcanzar, de otra forma no lo lograremos.
Somos un periódico de entretenimiento, música, películas y algo más