El Informe de Política Monetaria correspondiente a mayo 2019, publicado esta semana da cuentas de que la inflación anual esperada al cierre de 2019 es de 3%, un punto porcentual menos de lo estimado hace seis meses. Para 2020 se proyecta que ascienda al 4%, colocándose en el centro del rango meta contemplado por el Banco Central en los últimos años.
En el documento cita los “elementos que pudieran provocar una convergencia más rápida hacia el mediano plazo”. En el contexto internacional, se refiere a la “potencial moderación en el crecimiento estadounidense” y sus posibles consecuencias a nivel mundial. En el plano local, cita los efectos que pudiera tener el incremento salarial:
“La aplicación del incremento salarial anunciado por el gobierno a principios de 2019 y el aumento de salarios del sector privado que aún se discute representaría un aumento en los costos de las empresas. Además, un mayor ingreso disponible para los hogares, unido a una brecha de producto que permanece positiva, podría ejercer ciertas presiones sobre los precios”, expresa el documento del Banco Central, a la vez que aclara que estos factores no amenazan el cumplimiento de la meta de inflación debido a que los niveles del indicador se han mantenido más bajos de lo esperado.
Según el análisis un indicador importante es el precio promedio del barril de petróleo (WTI), que en noviembre pasado se proyectaba en los US$64.9 por barril para este año y, en mayo, la expectativa se ubicó en torno a los US$62.8.
Por su parte, las proyecciones del crecimiento del PIB no reflejan cambios importantes, y continúan en torno al 5.5% para 2019, mientras que, para 2020, se espera mayor moderación en el comportamiento del indicador, que se estaría colocando en 5%.
El contexto internacional es de ralentización económica, pues el crecimiento del PIB mundial, que en noviembre se estimaba en 3% para 2019, ahora se estima en 2.8%.
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