SANTO DOMINGO. Érase un hombre a una trompeta pegado, diría otra vez Quevedo. Nacido en 1947 en un pueblo de las afueras de La Habana, con nombre de diosa griega, Artemisa, Arturo Sandoval hace música desde los 11 años. No sabe cómo llegó a ella. Su padre es mecánico de autos y su mamá, ama de casa.
Aquel sábado del 2007, de septiembre se presentó en el Teatro La Fiesta del hotel Jaragua, desde las 9:00 de la noche, como invitado especial de la Santo Domingo Jazz Band. Las entradas cuestan VIP RD$2,000; Platea RD$1,500; y balcón, RD$1,000.
Reproduzco la entrevista con el genial virtuoso de la trompeta, para tener memoria.
P: El jazz es un lenguaje tan universal como la música clásica. ¿Cuáles cree sean los retos del jazz en el futuro, para permanecer?
R: Esa es una pregunta bien compleja. No solamente está en las manos de los músicos, y en lo que la gente prefiere escuchar. Por encima de todo está en la difusión que tenga, el apoyo de los medios, la radio y la TV. Rara vez se ve a un artista de jazz en radio, y en televisión mucho menos. Así es bien difícil para nosotros mantener el género vivo y que las nuevas generaciones se enteren de que existió algo que se llama jazz, una música bien profunda y ligada a la historia de los seres humanos en la última centuria. Y que es un crimen que esa tradición se pierda.
P: Entre lo clásico y lo popular, ¿dónde cree Ud. que esté el mejor Arturo Sandoval?
R: Hay un disco que hice que se llama «Trumpet Evolution» (2003). Esa es mi respuesta. Si escuchas ese disco te das cuenta que amo el instrumento sin ningún tipo de predilección a ningún estilo. Que quiero ser recordado como una persona que dedicó toda su vida a la música con mucho amor, respeto, rigor y dedicación.
P: Ha tenido la oportunidad en otras ocasiones de tocar con músicos dominicanos. ¿Qué es lo que Ud. más disfruta con los músicos de acá?
R: Sobre todo su gran concepto del ritmo. Lo que tengo para este concierto son expectativas, sé que son excelentes músicos y no tengo dudas de que nos vamos a divertir.
P: ¿Qué obra le falta por interpretar?
R: Ni pienso en eso. A mí lo que más me gusta es cómo el público se conecta con lo que estoy haciendo en el escenario, te lo juro por mis nietas. No me interesa ni dónde, ni a qué hora, ni qué tipo de música. Si veo que el público está admirando, prestando atención, respetando, admirando y disfrutando lo que uno está haciendo, te juro que mi vida está completa. Lo demás, todo Dios me lo dio ya.
P: ¿Qué extraña de Cuba?
R: Eso es difícil. Yo nací en Cuba y me voy a morir siendo cubano, pero creo que desde que salí mi vida cambió 180 grados. En primera empecé a recibir respeto y admiración y a sentirme persona. En Cuba la mayoría de las ocasiones me sentí subestimado y vejado. Hay mucha gente que no entiende eso, pero yo no participo de esa cosa de la nostalgia. «Ay, que me muero por ir a Cuba». No, yo no me muero por ir a Cuba, porque sufrí mucho en Cuba. Hay mucha gente que me critica por eso y dicen horrores de mí. Pero ninguno de ellos me paga la renta, ni me cura a la familia cuando se enferma, ni nada de eso. Quisiera algún día regresar y visitar a Cuba. No soy de esos mentirosos que dicen, «al otro día arranco para allá y…» Yo no arranco para ninguna parte. Yo quiero morirme donde yo vivo, en Estados Unidos. Y en Miami, mejor todavía. Estados Unidos me ha hecho a mi un hombre feliz. Cumplir mis sueños, y mucho más. El día que yo no agradezca eso y que no tenga en perspectiva lo que ha pasado con mi vida después que vine a vivir a Estados Unidos, sería un estúpido y un mal agradecido. Desde que llegaste lo primero que te hicieron, para ofenderte, fue darte trabajo ‘full time profesor’ en la Universidad de la Florida. Y después, para terminar de ofenderte, ¡HBO te hace una película!
P: ¿Cuáles fueron los trompetistas que más lo marcaron en Cuba?
R: En Cuba, posiblemente quien más me influyó fue Luis Escalante, que murió con 52 ó 53 años. Era un musicazo, era el primer trompetista de la Orquesta Sinfónica Nacional, y cuando se formó la Orquesta de Música Moderna, me metió, por él, a tocar allí, en contra de la voluntad de todos. Decían que se había vuelto loco. Yo tenía 16 años, no tenía ni ropa que ponerme. Era un guajirito con ropa de becado, casi sin experiencia. Luis Escalante tuvo la visión y le decía a los demás: «Uds. se van a arrepentir de esto. Denle un chance para que vean».
P: Última pregunta, ¿estaría dispuesto a reunirse en escena con Paquito D’Rivera y Chucho Valdez, sus ex compañeros de Irakere?
R: Yo no tengo ninguna objeción. Habría que preguntarle sobre todo a Chucho que vive en Cuba, a ver si el gobierno lo dejaría tocar con nosotros. Yo no tengo problemas, soy un hombre libre. Y ver dónde va a ser eso también. Habría que hacer uno en La Habana y otro en Miami.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).