Uno de los más importantes y prolíficos compositores contemporáneos, el polaco Krzysztof Penderecki, ha fallecido este domingo 29 de marzo del 2020, a los 86 años de edad en la ciudad de Cracovia, producto de una larga enfermedad, según informes de Radio Krakow.
Su fallecimiento representa una sensible pérdida no solo para la cultura polaca, sino para la música universal, a la cual aportó 161 obras sinfónicas en distintos formatos y estéticas a través de las cuales fue transformándose como creador.
Penderecki escribió música para filmes memorables como The Radiance de Stanley Kubrick, The Exorcist de William Fridkin y The Mask de los hermanos Quay, así como Manuscrito encontrado en Zaragoza, del polaco Wojciech Has, entre otrás obras para obras cinematográficas. Pero no es aquí donde está su mayor relevancia, aunque el cine lo ayudó a posicionarse aún más internacionalmente, desde el punto de vista comercial.
El compositor polaco de mayor relieve internacional de la mitad del siglo XX hasta la fecha, hizo música también para ópera, teatro y legó una profusa e importante obra musical de la llamada música contemporánea o atonal, que es aquella que no se ajusta al sistema de jerarquías tonales que caracterizaron el sonido de la música europea entre el siglo XVII a los primeros años del XX, más conocida como clásica.
Ganador de cuatro Grammy Awards, recibió su primer Grammy en 1988 por Mejor composición contemporánea (por el Concierto para violonchelo n° 2, con Mstislav Rostropovich) y ganó dos premios en 1999: uno por Mejor composición clásica contemporánea y otro por Mejor interpretación instrumental solista (Con orquesta) (por Penderecki: Concierto para violín n° 2 Metamorfosen con Anne-Sophie Mutter en violín y la Orquesta Sinfónica de Londres). En 2001, la actuación de Helmut Rilling del Credo de Penderecki fue premiada y en 2013, Antoni Wit recibió el Grammy por su interpretación de Fonogrammi, Concierto para trompa, Partita y El despertar de Jacob y Anaklasis de Penderecki. El último fue en el 2017 por el álbum Penderecki dirige a Penderecki primera grabación de estudio del compositor con el Coro y Orquesta Filarmónica de Varsovia. Incluyó Dies Irae, así como una nueva interpretación de Salmos de David, la pieza que le dio fama mundial, así como el Himno a San Daniel y el Himno a San Adalberto.
Su trayectoria describe un semicírculo a la inversa, que en vez de ir de izquierda a derecha, va de derecha a izquierda, como una búsqueda de los orígenes, como un regreso a la semilla.
La creación musical de Penderecki, sobre todo a partir de mediados de los años 50, muestra la influencia de Igor Stravinski, sobre todo de La consagración de la primavera y Pájaros de fuego, que fueron obras innovadoras; así como el compositor Anton Webern, representante del dodecafonismo (quizás su Sinfonía Op.21, del 1928, y el Cuarteto de cuerdas, Opus 28, entre otras) y también del francés Pierre Boulez, creador del llamado servilismo integral, que significa un paso más adelante del dodacafonismo. Con semejantes antecedentes «penales», la música de Penderecki estaba destinada a llamar la atención. Y lo logró.
Su reconocimiento internacional inició en el Festival de Otoño de Varsovia de 1959, con el estreno de tres de sus obras que llamaron poderosamente la atención de los visitantes Strophen, Salmos de David y Emanations.
Dos años después concluyó la obra que lo terminó de situar en la cima de los más interesantes compositores jóvenes de la época, con su Treno a las víctimas de Hiroshima, (para 52 instrumentos de cuerda frotada), una obra llena de texturas diferentes y nuevas, gracias al manejo que hace de técnicas instrumentales que permiten el uso de partes del instrumento que usualmente no son usadas, como por ejemplo el puente de un violín y tocar con el talón del arco conque se frota el violín.
Es significativo que, gracias a las relaciones del compositor cubano Leo Brower con los autores internacionales, en el primer concierto realizado en Cuba en 1964 después de su regreso al país, con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Manuel Duchesne Cuzán, se tocaron obras de Juan Blanco y Natalio Galán, pero también de los polacos Tadeusz Baird, Grazina Bazewicz y Krzysztof Penderecki, justamente con su Treno a las víctimas de Hiroshima, obras que jugó sin dudas una notable influencia en la formación de los nuevos músicos cubanos y reafirmó a Cuba como uno de los primeros países de Latinoamérica en hacer música concreta y electrónica.
Polonia fue uno de los pocos países socialistas donde la religión católica tuvo que ser asumida por parte de los comunistas como compañera de viaje. Penderecki, seguramente católico, como la mayoría de los polacos, terminó en 1965 una obra en la cual estuvo laborando por tres años: La pasión según San Lucas, donde se atreve a equilibrar algo más el uso de armonías tradicionales, como el barroco con motivos bachianos, con búsquedas sonoras llegadas del serialismo integral de Boulez.
Ya a mediados y finales de los 70 comienza a hacer más énfasis en un regreso, primero sutil y luego mucho más marcado, de las armonías, enfatizando en melodías del pasado, sobre todo en Concierto para violín No.1 y en Sinfonía No.2 Navidad.
El comienzo de su último período está marcado por Réquiem polaco (1980-1984), que quiso revisar en 1993; una obra realizada por encargo del sindicato de Solidaridad, ya después convertido en partido de gobierno. En ella hay elementos muy marcados de fértiles armonías con elementos que recuerdan sus obras mas crudamente dodecafónicas.
El Premio Príncipe de Asturias de las Artes del 2001 y de muchos otros premios y reconocimientos, creó entre 1997 y 1998 la obra Credo, para cinco solistas vocales, coro y orquesta, donde tras un viaje de retorno que le ha permitido acercarse cada vez más, ha arribado ya a la terminal de un romanticismo bien conservador.
Hasta su mas reciente obra estrenada en el 2019, antes mencionada, aún creó otras 13 obras en las cuales se fue despojando de complicaciones y de formatos, yendo de la gran orquesta con coro incluido a un piano solo en la escena. El viaje perfecto de lo más complejo a lo más sencillo. Parecería que el hombre que murió este domingo dibujó con su obra uno de los más poderosos viajes a la sencillez.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).