La película de James Gray “Armageddon Time”, que forma parte de a Selección Oficial de la 75 edición del Festival de Cannes, es una historia que va desde un microscopio escolar a -imaginemos- un Hubble capaz de ver en vez de galaxias, un instante de la historia.
Anne Hathaway, Jeremy Strong, Banks Repeta, Jaylin Webb y Anthony Hopkins se engarzan en una historia signada por el amor familiar, los prejuicios, la solidaridad, los principios morales, la autenticidad, la ética, las injusticias, la ingenuidad y el romanticismo adolescentes.
“Armageddon Times” es -dicho de otro modo- la historia de un niño, que refleja algunas partes de la esencia del sueño americano, que con el tiempo se colocarían delante de la historia americana.
Es un viaje hacia uno mismo, una exploración de la nostalgia, cuando la niñez o la adolescencia eran el futuro y no podíamos ver más allá de nuestras narices.
A mediados de la década de 1980, el distrito de Queens en Nueva York estaba bajo la hegemonía del inversionista inmobiliario Fred Trump, padre de Donald Trump, el futuro presidente de los Estados Unidos. Un adolescente estudia en la escuela Kew-Forest, donde Trump padre es miembro de la junta escolar y Donald es alumno.
Este largometraje con sabor autobiográfico narra los conflictos adolescentes de un jovencito soñador de la década de 1980 que tras emerger a la edad adulta, reflexiona sobre qué es su país.
Paul Graff (Banks Repeta) disfruta de una infancia pacífica, mientras se ve enredado en errores muchas veces llevado por la ingenuidad y por lo que él piensa es justo. Su compañero de andanzas es Johnny (Jaylin Webb), un compañero de clase más listo pero condenado al ostracismo en la escuela por ser negro.
Paul cree estar protegido por su madre, quien dirige la asociación de padres y maestros, y por su abuelo, un judío que huyó de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Un incidente lo obliga ir a una escuela privada, donde la junta está presidida por el padre de Donald Trump. Paul se expone a los niños ricos llenos de mezquindad y discriminación, y no oculta su miedo de hablar en contra de lo que ve. El elitismo desenfrenado y el racismo sin caretas que encuentra allí cambiarán su mundo para siempre.
Este es un filme color nostalgia. Las escenas familiares supuestamente muestran momentos tomados al desgaire con la dinámica interna, íntima, de una familia de dos padres y dos hijos adolescentes, por donde pasa la impaciencia de los padres que no acaban de comprender a sus hijos.
El paso de la infancia a la adolescencia ocurre en los primeros años de Reagan, o sea la Guerra Fría, los años de auge de la posguerra y un nuevo mundo que se abre camino. Ante tan convulsa realidad, ese jovencito soñador y artista, se aferra a los sueños y valores que su abuelo le ha transmitido para que pueda sobrevivir en un mundo que choca con el sentido común, con el duro garrotazo de la injusticia social.
En el filme es destacable esa paleta de colores de la fotografía, donde de pronto un objeto rojo en manos del abuelo (Anthony Hopkins) pudiera obtener un significado extra; destacables la dirección de arte desde la ambientación y el vestuario, que logra un dibujo de época tal vez algo resistido en la banda sonora de entonces. De hecho el título proviene de la canción de reggae de Willie Williams de finales de los 70 que se escucha en la versión de The Clash.
Johnny, el niño negro, sueña con ser astronauta de la NASA, vive con su abuela con demencia senil y piensa que si logra ir a la Florida logrará su sueño, mientras que su amigo Paul Griff, creyente a carta cabal en los superhéroes cree que puede hacerlo posible y se inventa un robo.
Las actuaciones son impecables; así sacan adelante sus roles una Anne Hathaway más que convincente en una de las mejores actuaciones de toda su carrera y un Jeremy Strong especialmente fuerte en el momento de enfrentar al hijo que se ha encerrado en el baño e inexorablemente humano al llegar a casa tras sacar al hijo de la estación policial. Hopkins es Hopkins, dulce y fuerte, uno de los actores de mayor profundidad de entrega dueño de un equilibrio y una contención que abruman. Esa escena del abuelo y su nieto en el Flushing Meadows, con las construcciones de la Feria Mundial de 1964 como fondo, mientras lanzan el cohete de juguete que el nieto ha logrado armar, siendo observados con una ternura infinita desde el auto por Esther, vale toda la película.
Y los dos actores adolescentes Banks Repeta como Paul Graff y Jaylin Webb como Johnny siempre habrán de recordar este filme, donde mejores no han podido estar.
Habla todo esto de James Grey como director. “No te pongas nervioso, sé audaz”, dicta el abuelo Aaron encarnado por Hopkins, a Paul, en quien no cuesta mucho trabajo ver al propio Grey en su adolescencia.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).