Así mismo era la balanza que usaba mi abuelo David en su bodega
Así mismo era la balanza que usaba mi abuelo David en su bodega

EL POETA EN LA BALANZA

El poeta es un descriptor de la escenografía de lo divino.
No sueña, canta. No maldice, bautiza. No odia, atestigua.
Su paso es tan leve y a la vez tan pesado en los abismos
que lo persiguen los que no entienden nada de música.
El poeta es un borracho y cuando rumia sus anhelos
cuando aúlla desde la luna, cuando escandaliza desde
el fondo del mar, recibe una coz o un relámpago.
Simplifica la vida hasta hacerla parecer un cristal
aunque la complica hasta tal punto
que no es reconocible para los que levantan muros.
Es un loco o
un dios que habla a través del poeta
y cuando se envalentona, cuando dice
esta boca es mía, no hay fusta, mortero, barrera
alguna que logre detenerlo. El poeta es
un conector de redes, por donde se mueven imágenes,
sucesos virtuales extraídos de la vida misma,
símiles pretenciosos, metáforas felices que
lo obligan a guillotinarse la cabeza y a exhibirla
en la punta de una púa al público delirante
que pide: otra, otra, otra.
Mago sin chistera ni pañuelos
que saca conejos y palomas donde los demás
creen que solamente existen leones y culebras,
convierte la burda realidad en un pasaje bíblico
y luego se retira a inventar nuevos sacrificios.
El poeta es el toro y la banderilla
la verónica y la muleta
el cojín en el ruedo y la arena manchada de sangre.
Oveja negra que nunca
sueña con ser oveja blanca.
El poeta es un desternillado de la risa
y un descalabrado, un rey de volteretas
y un emisario de los orígenes.
Un prestidigitador que desprestigia
todo mito de Cassandra, él es Troya
y es el caballo de Troya y cuando piensan
que ha sido silenciado, que se ha perdido
en los pliegues de la mudez
y en los vericuetos de los relojes
reaparece triunfalmente, con un gesto de diablillo
y sigue dando dolores de cabeza.
(25 de junio de 2001)

@alfonsoquinonesm

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