(Gracias a Grisbell Medina por su colaboración)
Llevar la historia al escenario, comporta de riesgos. Muchos y variados peligros. Desde luego que, en el arte, se pueden tomar hechos reales del pasado, pero si la adaptación no corresponde a lo que fue, si no se apegan a los acontecimientos, si no se enfocan con el respeto y no se logra una óptica que logre la combinación aceptable o perfecta entre lo artístico con los hechos, exponen a los creadores al rechazo, la reprimenda social o la burla.
Una historia dominicana que conocemos, por su consagración nacional e internacional, es el asesinato de las Hermanas Mirabal, suceso que se ha elevado a símbolo de la violencia contra la mujer y del que se ha tomado como fecha de conmemoración mundial, el 25 de noviembre.
Esta historia que desde el arte y la literatura se ha contado varias veces y con resultados disímiles, a veces cuestionados, rechazados y reconocidos socialmente cuando han sido válidos, que es el caso de Mariposas de Acero, musical dirigido por Waddy Jáquez junto a Pablo García en la producción general.
Más que martirio femenino
Ver este musical, inicia por desmitificar la celebración oficial de la fecha en que son sacrificadas las Heroínas de Ojo de Agua, la conmemoración del Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, que no es una iniciativa de las Naciones Unidas como parecería.
Cuando se investiga su origen de la fecha todo apunta a que fue obra de ONU lo cual es positivo, pero la fecha fue propuesta inicialmente por la delegación dominicana ante el I Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se realizó en Cartagena -Colombia en 1981, a partir de una propuesta de por Magaly Pineda, Mirta Rodríguez y Ángela Hernández, quien la presentó al plenario (1).
Línea de tiempo
La historia de las Hermanas Mirabal se ha contado antes, pero más de una vez con versiones alejadas de los hechos y divorciadas de nuestra realidad, por lo que han sido intentos fallidos o francamente incompletos y parciales, cuando no han resultado una franca distorsión de los hechos:
- En año 2.000, Mario Vargas Llosa, presenta su novela histórica La fiesta del Chivo, logrando un rechazo casi absoluto por parte de sectores nacionales que se entendieron insultados por la relación de hechos, muy a pesar de que en la portada llevaba la definición de su género de ficción: novela. Cierto que novela es ficción que puede tener parte de realidad, pero sin dudas que la visión que en general transmitió el autor peruano, desagradó a más de uno de los propios entrevistados y consultados dominicanos en el proceso previo a escribir su fiesta caprina.
- 2001. La película En el tiempo de las mariposas, producida por la actriz Salma Hayek,dirigida por Mariano Barroso, rodada en inglés y estrenada el 21 de octubre de 2001.A pesar de estar basada en la novela de Julia Álvarez, resultó notoria la distancia entre la historia y los hechos el divorcio entre la idiosincrasia nacional y el prisma interpretativo de los hechos. No fue una versión asimilable.
- 3 de marzo de 2006, se estrenó la versión fílmica de la novela de Vargas Llosa, dirigida por su sobrino, Luis Llosa, con la cual se reeditó el rechazo a la misma versión literaria. El desagrado en el autor de La fiesta del chivo fue tal que su presencia fue criticada en el país tras anunciarse como ganador del Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, otorgado por el Ministerio de Cultura, en 2016.
- 2010, se produce un acercamiento mucho más sincero y auténtico, históricamente hablando, con el drama fílmico Trópico de Sangre, dirigido por Juan Delancer, aun cuando – probablemente de forma injusta- la crítica no fue muy complaciente, entendemos nosotros que más por un rechazo a Delancer, que a su obra.
- En años de las últimas dos décadas, en oportunidad de los aniversarios del 25 de noviembre, se montaron espectáculos con el tema, pero sin lograr, por razones logísticas y de tiempo, informar e inspirar realmente a quienes los vieron
Mariposas de Acero
Tras estos precedentes, es que se enmarca el estreno del musical Mariposas de Acero, del director y productor Waddy Jáquez apoyado por un excelente equipo de producción y con talentos que, al parecer, han hecho la diferencia y elevado artísticamente el tema de las Mirabal.
Grisbell Medina, experimentadas cronista de arte, nos ofrece sus pareceres:
Waddy Jáquez y Pablo García se atrevieron a contar esta historia nacional que trasciende el heroísmo y el martirio, como nunca antes se había hecho, y ahora, tras su primera función en el Teatro Nacional, a beneficio de la Fundación Hermanas Mirabal y el Museo Ojo de Agua en Salcedo, crucial como jamás se había logrado.
Este hombre de la escena logra el concurso de artistas y técnicos, la buena voluntad de quienes entendían que era un riesgo, asumir una historia así, con los rituales musicales de este tiempo, jugar con simbolismos que al final engarzan el ánimo del público y ha aportado a la historia del arte del teatro musical, una experiencia que se presenta ahora como referencial.
Una mirada cercana
Había emoción y expectativas altas flotando en el ambiente del Teatro Nacional. Al llegar, el público quedaba envuelto en la magia del símbolo. En el lobby, la venta de mariposas artesanales de jícara de coco y otros materiales (incluyendo dos libros en torno a la historia contada).
Primero un discurso medidamente breve y emotivo, a cargo de Manolito Mirabal, a nombre de la Fundación Hermanas Mirabal, en que se agradece el montaje y se anuncia que la primera función ha sido donada a la Fundación.
Inicia el montaje:
Adalgisa Pantaleón, transformada en Dedé, con respeto y solemnidad desde el vestuario, maquillaje, peluquería y actitud, hace de narradora y será el hilo conductor, para dejar abierto un discurso escénico en el cual cada actor y actriz tendrá su momento de lucimiento.
Mención especial para la camaleónica e intensa Judith Rodríguez, quien ha reafirmado sus múltiples recursos al integrarse a este trabajo y sorprendernos como lo hizo.
Honny Estrella, como Patria, en una representación lo más exacta posible a la real del vestido negro con broche en garganta, desarrolla su parlamento observando la casa incendiada por la ira del tirano a la que deposito tanto amor desde sus jardines.
Nairoby Duarte, una actriz que nos impresiono por su desenvuelta y sensible interpretación de la ama de llaves de la casa de las Mirabal, Tonó, una de las heroínas de la historia y de las que menos espacio y prestigio reciben en las versiones oficiales, es una de las sorpresas en las cuales la historia hace salones con el arte de la gran escena.
Escenográficamente, Jáquez coordinó con su equipo para lograr la representación de muchas de las locaciones (la cárcel de La 40, La casa de las Mirabal y otros ambientes) a partir del uso de materiales modulares a los que se aplica proyección digital para definir los ámbitos. Buen recurso.
Musicalmente, lo magistral hizo coro con la perfección de las voces. – Muchos talentos con voces magistrales, destacándose el uso de los códigos musicales de este tiempo: rap, merengue, salsa, hip hop, para hacer una indescriptible conexión de los hechos relatados con una juventud de hoy que en general los desconoce.
Un momento estelar fue el monólogo de Nashla Bogaert. como Minerva, con una trascendencia en sus textos y un final de abrazo colectivo con los demás talentos en torno a la bandera dominicana. Fue el momento para llorar retenido, para las lágrimas que no podrían ya ser detenidas. Emoción líquida medible en los rostros. No hay forma de describirlo.
El código musical (rap, salsa, hip hop, merengue) conecta con la juventud con los de hoy que no vivieron ese tiempo. Código de actualidad genera interés con mirada a la historia.
La sucesión de las escenas fue fluida, sin atropellar el ritmo o la esencia, dejando sentir una impecabilidad escénica que debía ser objeto de estudio, al menos, en las escuelas de teatro musical de América Latina. Resalta el manejo, en los diálogos, del hablar del dominicano.
Para ver el musical
Las funciones de Mariposas de Acero se mantienen en el Teatro Nacional hasta el domingo 21 de ese mismo mes, en la sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes. Se llevará a cabo los días 2 y 3 de septiembre en el Gran Teatro del Cibao.
En fin, un espectáculo que es más que otro montaje de teatro musical: es historia respetada, viva y actual. Hay oportunidad de verlo aun en el Teatro Nacional. Ojalá se repita.
Ojalá se pueda grabar y difundir posteriormente a quienes no pueden pagar esa boleta, que vale cada centavo.
Ficha técnica
(Resumida)
Idea, producción y dirección: Waddy Jáquez
Director musical y producción: Waddy Jáquez y Pablo García
Producción ejecutiva: Frank Ceara, Yanira Ferry, Pablo García y Hony Estrella.
Productor Musical Asociado: Wilson Polanco Gnomiko
Directora vocal: Paola González
Coreógrafos: Pablo Pérez y Erik Guzmán
Diseño de Escenografía: Fidel López
Diseño de luces: Ernesto López
Regiduría de escena: Diana Valk
Elenco:
Adalgisa Pantaleón (Dedé Mirabal); Nashla Bogaert (Minerva); Hony Estrella, (Patria); Coral González (María Teresa); Diana Ramos (Dedé Mirabal joven); Frank Ceara (Rafael Trujillo) y Judith Rodríguez (Tomasina Cabral), Ana Rivas (Mercedes Reyes, Mamá Chea). Nairoby Duarte (Tonó), el cantante Gnómico (Johnny Abbes); Nico Clínico (Manólo Tavárez Justo); Ivanna Rodríguez (Miriam Morales); Paola Zayas-Bazán (Dulce Tejada); Alejandro Moss (Leandro Guzmán); Cruz Monty (Senador Juan Bautista Rojas Gómez); Benny Pérez (Enrique Mirabal); y el cantante urbano AcentOh, en el rol de (Navajita).
Enlace de interés:
(1) https://ffyh.unc.edu.ar/femges/25-de-noviembre-dia-de-lucha-por-la-no-violencia-hacia-las-mujeres/
José Rafael Sosa periodista dominicano, editor, gestor cultural y escritor de literatura de soporte existencial y emocional a la gente , origami y comunicación masiva.