Kim y Trump, cortesía de dw.com

 

Kim y Trump, cortesía de dw.com

SANTO DOMINGO. Corea del Norte ha dado un paso inteligente, parece que empujada por China (que recibe el 90% de sus exportaciones) y parece ser que lo que han denominado el escenario más explosivo del planeta ha cambió esta madrugada, al aceptar Donald Trump dialogar con el dictador norcoreano.

La petición fue entregada este jueves por un emisario surcoreano que el martes pasado se reunió en Pyongyang con el máximo líder de Corea del Norte. En la misiva, el Líder Supremo ofrece la desnuclearización del país y frenar las pruebas nucleares y balísticas. Nunca antes ha habido un encuentro directo entre los mandatarios de ambas naciones.

El encuentro esta previsto para mayo. “Somos optimistas con este proceso diplomático y esperamos que no se produzcan los errores del pasado”, afirmó el legado.

Se trata de un momento histórico y el triunfo de la presión ejercida contra Pyongyang en los últimos meses, pero también del inmenso poder que puede ejercer el eje Pekín-Washington.

La estrategia que ha buscado frenar la carrera armamentística de Pyongyang, lea incluido que la Casa Blanca sacara los dientes de su poderío militar y además alzara la voz, o mejor dicho, gritara bravuconadas con áspera retórica prebélica. A ello ha sumado una escalada sancionadora en la que el apoyo de China, que absorbe el 90% de las exportaciones de Corea del Norte, ha resultado determinante.

Kim Jong-un se reunirá en diálogo directo con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, en abril en la zona desmilitarizada. Y además ha propuesto lo que más buscaba Washington: abandonar las pruebas nucleares y balísticas a cambio de la supervivencia del régimen.

Con el apoyo pleno de China y la disposición anunciada antes por el propio presidente Trump, a través de la rendija de la puerta del diálogo, éste parece ser realista y posible, aunque no será una panacea.

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