Tom Wolfe (cortsia de AP Photo/Bebeto Matthews)

CANNES. El hombre que le devolvió al periodismo el sabor a literatura, y de paso dejó inaugurada la etapa del llamado Nuevo Periodismo, Tom Wolfe, falleció este martes a los 87 años.

«Construir el texto escena a escena como en una novela; usar la mayor cantidad de diálogo posible; concentrarse en los detalles para definir a los personajes y adoptar un punto de vista para relatar la historia», esa es la receta quizás más clara de lo que quiso hacer y de lo que logró. Después de él, es cierto el periodismo fue distinto.

Odiaba escribir en primera persona. Lo concebía como una pedantería del periodista, algo en lo cual él también cayó.

Con La Hoguera de las Vanidades, dejó una pintura irrepetible del bajo mundo newyorkino. Brian de Palma la adaptó al cine con Tom Hanks en el rol principal en 1990. El libro encendió una polémica entre Wolfe, Norman Mailer, John Irving y John Updike.

Sobre sí mismo dijo en una entrevista con el periódico El País, de España: «Soy entrañable, esa es la verdad. Pues tiene que ver con qué escribes y sobre quién. En mis inicios escribía sobre temas llamados pop. Gracias a Dios, esa palabra ha pasado de moda. Ya sabe, la gente era joven y hacía cosas salvajes y locas, y se asumió, por lo que escribía, que yo debía ser muy progresista. Pero un buen día decidieron que no, que yo era un conservador. Y eso aún permanece».

Lo políticamente correcto lo veía así: «La llamada corrección política es marxismo desinfectado. Mire esos intelectuales, los supuestamente más cultivados, sometidos a la corrección política, a ese marxismo rococó, porque piensan que no queda bien oponerse a él».

Su novela, Bloody Miami (2013), una nueva sátira, presentó a un policía de origen cubano que logró la hazaña de convertirse de héroe de un día a traidor para su comunidad. También nos encontramos en Back to Blood (su título original) la ex novia del policía, una enfermera ambiciosa, amante del arte oligarca ruso, al extraño jefe del Miami Herald, a un profesor haitiano enfermo de sus raíces, y a un psiquiatra especializado en adicción pornográfica, entre otros personajes.

Tom Wolfe era un personaje en sí mismo.

Mucho le debe el periodismo latinoamericano a Tom Wolfe. Escritores como el cubano ganador del Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura, es un fiel ejemplo de eso.

Había nacido en Richmond, Virginia en 1931. Se desconoce cuándo serán las honras fúnebres.

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