Sindo Garay, ya centenario, poco antes de morir. Imagen tomada de la TV.

SD. Sindo Garay fue un genio de la composición que se convirtió en uno de los pilares fundamentales de la trova tradicional cubana. Sin Garay no hubiese existido la trova. O al menos la historia hubiese sido otra. Para muchos, Sindo Garay es el más grande compositor de canciones trovadorescas que parió Cuba. Había nacido como Antonio Gumersindo Garay García el 12 de abril de 1867 en Santiago de Cuba y falleció en La Habana el 17 de julio de 1968, a los 101 años de edad, lúcido y adorado.

Como creador compuso más de 600 obras que si fuésemos capaces de reunirlas todas, se tendría una de las más completas imágenes de qué cosa es el ser cubano. Pintó como pocos los paisajes, el amor en todas sus facetas, las mujeres y el sentido de pertenencia a una isla, a un país, a una nación.

Sindo, de espaldas, en un video de la época

Mujer bayamesaGuarina, Retorna, Perla marina, Tormento fiero, y para mí la mejor de todas por su síntesis, por su lirismo, por su fuerza poética, por su magia, La Tarde. Pero también de la canción Ojos negros que fascinan, que tiempo después se convirtió en Ochi Chornie (Ojos negros), una canción popular rusa.

Cuenta Sindo Garay a partir del minuto 9:32 de el video que acompaña esta nota, que la canción fue compuesta para una mujer que se la pidió.

«Entonces no había lo que hay hoy; hoy hay un modernismo horroroso», dice y enseguida tararea la melodía de la canción el trovador, en este material que data de inicios de la década de los años 60 del pasado siglo y fueron rescatados por la documentalista cubana Rebeca Chávez en el 2000, en un corte titulado De cuando Sindo Garay visitó a Emiliano Blez.

Ojos negros que fascinan

«Yo hice esa canción hace muchos años. La hice a una joven, porque ella me pidió que le hiciera una canción. Ojos negros que fascinan, porque ella tenía unos ojazos expresivos. Simpática mujer, tenía una figura muy linda… Era muy simpática de verdad y aquellos ojos. Entonces yo le hice el bolero Ojos negros que fascinan», narró con más de cien años el prolífico autor.

En la entrevista, el periodista le pregunta por que esa canción llegó a Rusia, sin precisar fecha. Y él replica: «¡Aaaahh porque llegó aquí una compañía de ópera. Traían dos violines, hombres de color. Y nosotros los santiagueros les íbamos a cantar a los habaneros, a los cubanos músicos, serenatas, y entretenerlos allí. Y entonces las coristas se aproximaban a oír». El periodista comenta preguntando: «¿Las coristas eran rusas?». «Rusas e italianas. Eran como veinte. De los dos grupos. Y los coristas también. Y de ahí surgió que se llevaron eso hasta allá. El tema solo», responde Garay. «El tema», le subraya el periodista.

Puede suponerse que ese «bolero», como él mismo le llama en la entrevista, haya sido compuesto por Sindo a inicios o mediados de los años 90 del siglo XIX y bien pudo llegar a Rusia posteriormente, aunque los rusos han planteado que esa canción había sido escrita en 1843 por un tal Evgueni Grebenka, y que como canción es probable que haya sido cantada en 1884, aunque no existe copia de esa fecha. La primera versión en pentagrama, y en eso los rusos siempre han sido exigentes, parece ser la escrita por un tal A. Gutheil en Moscú en 1897.

«Viene un amiguito mio y me dice. Oye Sindo, hemos oído un pedazo de música ahí que se parece a una canción tuya. ¿De veras? Se titula «Ojos negros»‘, entonces el periodista le pregunta dónde habían oído la canción, y Sindo explica que «en el teatro, en una película; que se hizo una película y pusieron ese tema en la película. Y decía la película: «Canción del dominio de Rusia, pero no se conoce el autor… Se pusieron muy felices. ¿Y yo? Muy conforme, ¿qué voy a hacer? ¡¿Cuándo Rusia se ha ocupado de estas cosas populares de la Isla de Cuba?!», cerró el tema.

Sindo Garay, quien durante su infancia había servido de enlace del coronel mambí José Maceo, en la Guerra de Independencia, desde adolescente había conocido a Pepe Sánchez, el autor del bolero Tristezas, que se considera el inicio del género, compuesto en 1883. Ese mismo año para buscarse la vida tuvo que meterse a artista circense: aprendió el trapecio y la acrobacia.

Portada de un disco dedicado a su música.

En 1879, durante una corta estancia en la ciudad de Guantánamo, compuso su primer canción, «Quiéreme, trigueña», dedicado a la joven María Mestre.

Como parte de un circo arribó en 1894 a Haití y República Dominicana. En su prolífica estancia en República Dominicana, donde también se desempeñó como talabartero, organizó un grupo musical, del que nombró director al músico Manuel Cadete y trompetista a Manuel Duarte, ambos dominicanos. Con esa agrupación desarrolló una intensa actividad artística que compartía a la mitad con su oficio de talabartero.

Aquí, en República Dominicana, se vinculó a los compositores Emilio Artes, Julio Monzón -director de la Banda de Puerto Plata- y  Alberto Vázquez. En Dajabón, en la frontera, conoció al Apóstol José Martí cuando pronunciaba un discurso de despedida al pueblo dominicano. Años después en homenaje a ese momento escribió su canción Semblanza a Martí.

En Santiago de los Caballeros conoció a Petronila Reyes Zamora, a quien se unió por vínculos matrimoniales y fue la madre de sus cinco hijos: Eladio Guarionex (1901), María Guarina (1902), Julio Hatuey (1906), y Gumersindo Caonao (1910). En la Ciudad Corazón compuso un buen número de boleros y canciones, muchos de los cuales tuvieron años después una alta significación en su catálogo autoral: «A Mayarí»; «Ante ti, de frente, de hinojos»; «Aunque el mundo te vea marchita»; «De espinas, flores»; «Despedida»; «Desprecio»; «Dos seres que se amaron en la vida»; «Puerto Plata»; «Temblaste de impresión» y «Tu rostro».

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