SD. Regresar siempre es difícil. Cantar en casa es bueno. Reconforta. Pero llegar, cantar y tener el éxito reservado a las grandes estrellas es algo trascendente en la vida de uno. Y que te coreen casi todas las canciones es estar ya en el paraíso.

Vicente García tendrá muchos públicos que lo quieran, pero ninguno como el de estas dos noches en el Teatro La Fiesta del Jaragua, sábado y domingo.

La pantalla led se enciende y muestra un dibujo de una mata de coco en blanco y luces en azul, que luego serán rojas. Y serán azules muchas otras veces, hasta el final del concierto de A la mar tour, producido por Saymon Díaz con su empresa SD Concerts.

La banda se posiciona, es de ocho elementos, músicos jóvenes colombianos que entienden de esencias de lo que el dominicano quiere decir. Son sus compañeros de batalla. Sus hermanos de gira. Una bandera dominicana está colgadita cuidadosamente de las congas y al lado otra colombiana.

Vicente García y su banda (foto: Joana Gutiérrez)

Sale ovacionado a escena Vicente García, con otro look a partir de que ya no tiene el dread. A la mar tour se entra con Dub, donde dice que “Se va pa Nueva York”. Lo aplauden.
Sin pausas da la buenas noches. “Me siento súper feliz de estar aquí esta noche y es muy bonito regresar a casa”, dijo, entre otras cosas.

Desde los primeros compases uno se adentra en olores y ritmos caribeños, cosas que saben a mar. A mi me da un yeyo, dice el coro que hace el público. Muy aplaudida y coreada.

En medio del concierto (foto: Joana Gutiérrez)

“La garganta se cierra un chin, de la emoción de estar en casa”, repite viéndose triunfar.

Dijo que quiere cantar otras canciones sueltas. Amor prestao, es una candeciosa melodía con ritmos de las islas antillanas. Cierto sabor cocolo.

Bai bai bonita. Colores del reggae y otros ritmos. Con solos de armónica. “Fue bueno verte”, canta. Y en el público hay mucha gente querida. Por eso dijo “Son todos mis amigos”, al final de la canción.

El escenario quedó a oscuras y dijo “con esta canción empecé mi camino”. Cómo has logrado. La letra de la canción fue acompañada verso a verso. Una bachata distinta, fresca, juvenil.

Emocionado, Vicente García agradeció una y otra vez a su ciudad y sus gentes (Foto: Joana Gutiérrez)

Dos y siete; luego A la mar, donde informa: “Yo hice un té con la candela que se enciende con tu amor”.

El hijo musical de Juan Luis Guerra y Amarilys German, quienes le guiaron por los pasos correctos para que no perdiera el caminito hasta donde se encuentra hoy y más allá, canta coreado el pegajoso Dulcito e coco, donde pide “Llévame a la carretera que me lleva hasta tu casa”. Después de la cercanía melódica (el fraseo de la guitarra) y rítmica con África de Espuma y arrecife, vuelve a dar las gracias a Santo Domingo, con sonidos del Caribe colombiano.

Constantes cambios de guitarra le permiten este o aquel color específico y sobre todo que esté afinada. Las muchachas enloquecen con Vicente. Comienza a sonear Hijo de Obatalá, que empieza con las cuerdas de un tres y se abre hacia una orquesta de salsa, con un breve solo de piano demasiado reverberante. este tema hubiese sido quizás más sustancioso con una versión de son tradicional y algún color actual electrónico.

Vicente García trajo su A la mar tour (Foto: Joana Gutiérrez)

Zafra negra. Justo en Vicente hay uno de los más interesantes trabajos con sonidos afro caribeños de hoy día. Esa simbiosis que logra tramo a tramo, entre el ritmo de la percusión y las melodías de cantos ancestrales como en este tema, donde hay presencia del gagá, elementos del jazz, alegorías de toques de batá al final, evidencia los frutos de la investigación, de la búsqueda permanente. Y todo eso como sustento para letras hermosas, que contienen historias de amor casi siempre.

En sus investigaciones dio con la importancia del bajo en la bachata. Lo que se admira en Bachata en Kingston. La bachata en Vicente García es otra cosa. Su recreación lo lleva a declarar “yo canto bachata y me salto el reggae”.

Mencionó emocionado la presencia de Amarilys, de su mamá, su abuela, su tía, de Tommy García, y de representantes de Sony Music, presentes en la sala.

Confiesa que el sábado cantó en público, por primera vez, La esquinita, una canción que dedicó a su padre fallecido. No tenía antes fuerzas para hacerla. “Que sensación, tu mano me apretó y me soltó…”, dice la canción que cantó nuevamente. Hizo Caramelo.

Richie Oriach y Vicente se saludan (foto: Joana Gutiérrez)

Habló de la felicidad de encontrarse con el hecho de que la cosas están cambiando en el país, pues ha encontrado jóvenes a los que les interesa la identidad del dominicano, investigar y enriquecer la cultura y dijo que entre ellos estaba Richie Oriach, con quien hizo el merengue Pompo, público de pie.

Vicente García y su invitado Richie Oriach (Foto: Joana Gutiérrez)

Oriach debe pensar muy bien en la posibilidad de dedicarse al merengue con la mayor seriedad. Hay una maravillosa oportunidad ahí de llenarse de gloria en la revitalización de un género que visto con esos colores que ellos cantaron a dúo, puede tener éxito.

Entonces hizo un hermoso homenaje a Juan Luis Guerra con la interpretación de Vale la pena. El público siguió de pie, cantando y bailando.

¡Que levadura!

«Estoy recargado para salir al mundo y seguir tocando, gracias», dijo y lo aplaudieron. «Esta canción la compuse hace cinco años en Santo Domingo, en medio de un desamor confuso», e interpretó la bachata Mal de amore que fue debidamente coreada por el público más entregado del mundo. Con ella salió de escena en el falso final.

Vicente al piano, en el encore (Foto: Joana Gutiérrez)

Entró al encore, se puso al piano e interpretó Te soñé, coreada como todas. Ovación de varios minutos. Público de pie. Hace por irse, pero no lo dejan. Entra la banda, les dio las gracias y cantó la bachata Carmesí. Con el público de pie y los celulares grabando.
La última es Mi balcón. «Cada vez que sueño con tus besos me ilumina un sentimiento». Y ahora si fue el final de verdad. «Gracias Santo Domingo», saludaron al público y salieron.

Vicente García volverá. Nos ha nacido una nueva estrella.

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