SD. Esa fue la primera regla elemental que me enseñó mi abuela, su argumento fue tan simple como su grandeza: La vida no te pedirá una explicación, pero pondrá a prueba cada una de tus decisiones.

Por eso pasar frente a una Universidad no te convierte en un universitario, son las llamadas “horas nalgas” como le decíamos en Cuba, sentados en un aula, viendo un desfile de profesores pasar frente a nosotros en cada asignatura, las que te darán los conocimientos necesarios para alcanzar un título.

No creo que porque alguien diga ser lo que realmente no es, tiene garantizado el éxito. Presumir de lo que no conoces te conduce derecho al ridículo.

Hoy en día vemos quienes están más preocupados en aparentar que en ser, en decir que en vivir, en opinar que en aprender, en responder en lugar de escuchar, en llamarse hasta críticos cuando lo único que podrían cuestionar en su propia ignorancia y su ego.

¿De qué sirve poner en las redes a modo de presentación que, por ejemplo, es Director de Cine cuando quienes lo conocen saben que a duras penas aprendió a editar? ¡Guionista, cuando escribe con faltas de ortografía y presume a viva voz de no haberse leído un sólo libro en toda su existencia? ¡Camarógrafo, cuando hasta la mayoría de las fotos que publica increíblemente están fuera de foco o movidas?

Lo que se sabe se nota a simple vista, y se hace evidente en el minuto exacto en que abres la boca y comienzas a hablar. Quizás de ahí el viejo refrán: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Llegará el día en que la vida te coloque en la posición de demostrar todo lo que dices conocer con vasta experiencia, y ahí viene la pregunta: ¿Y entonces?

En el mundo de hoy sobran las copias y carecemos de originales, incluso este déficit trasciende a esferas de liderazgo, de ahí que tengamos que pasar por el desagradable y penoso momento de escuchar a quien cree que ser un líder es una carrera que puede desempeñar cualquiera, que un poco de poder económico le da derecho de comentar la primera estupidez que le viene a la mente sin medir consecuencias, poniendo de manifiesto su ignorancia hasta en los más elementales conocimientos de Historia y Geografía.

¿Quién dijo que necesitamos saberlo todo?

Lo imprescindible es rodearnos de personas que aporten lo que desconocemos, de esa gente linda que suma, que te impulsan a superarte y ser una mejor persona.

La humildad con que seamos capaces de recibir sus conocimientos nos permitirán aumentar los nuestros, entonces si podremos enfrentar cara a cara a la vida y argumentar cada una de nuestras decisiones.

Esperamos tu comentario

Deja un comentario