SD. El que probablemente sea el premio Soberano al Espectáculo del Año, en la gala del 2019, ocupó sábado y domingo, a barriga llena y corazón contento, la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, bajo el título «40 aniversario de La Dinastía Rosario».

La producción (para estos tiempos flacos de producciones significativas y menos respaldos, una super producción) de César Suárez Jr., marcó el regreso al escenario más dignificador del país como cabeza de león, de Guillermo Cordero, el que quizás tiene la testa mejor amueblada de los directores artísticos del país. Aunque en buena lid, el regreso verdadero fue en la Gala de este año, mas de cola de león, no de cabeza.

Así que la ocasión se pintó que ni mandada a hacer, para recordar quién es quién en el arte de poner en escena elementos que conjugados de manera armónica, con curvas de intensidad y picos de entusiasmo, pongan al público a vibrar mientras en determinados surcos del cerebro van quedando impregnadas imágenes que han de volver no solo al día siguiente, sino dentro de meses, y tal vez años.

Eso es hacer memorable algo que de por sí es significativo. En este mundo que vivimos, copado por la superficialidad y la mediocridad, permanecer 40 años (y quiera Dios que sigamos contando muchos más) en el gusto del público que incluye a varias generaciones, es cuando menos una heroicidad cultural.

Por que ese oppening impactante, donde descienden en cuatro sillones desde las alturas hasta los pies del público es decirles: estos cuatro tipos fueron enviados a la vida para algo. Y ese algo es entretener, mientras dejan huellas.

Hay que destacar el empaste de las orquestas, a pesar de salir de sus caminos habituales, y de trabajar para un escenario diferente de lo que hacen año tras año, gracias a la batuta del joven director y productor musical Antonio González, quizás uno de los más importantes talentos de la musica dominicana de las últimas generaciones.

Del mismo modo, las coreografías de Iván Tejeda para el cuerpo de baile, con hombres y mujeres, que incluyeron varios cambios de vestuario, con Brodway en el hipotálamo, la conexión de las neuronas entre los bailarines, la frescura y los elementos novedosos desde que arrancó el espectáculo con guión de Aidita Selman adaptado por Guillermo Cordero.

Me tiene amarrao marcó el inicio de una noche con varios cambios de vestuario y un permanente juego con elementos que entraban y salían de escena, que cuerpo de baile, que músicos, que cambios de vestuario, que paneles de pantallas led, que pasarelas, que motos, que mesa de billar, y hasta un auto.

Pecadora, Tonto Amor, La luna coqueta, marcaron un crescendo, donde fueron intercambiando protagonismos Rafa Rosario y Toño Rosario, hasta el bonito homenaje al hermano Pepe con Te seguiré queriendo, donde se unen los cuatro: Rafa y Toño, Luis y Tony, para llegar a un primer climax.

La respiración se toma con el instrumental de Guayando, donde la orquesta acompaña a Tony, quien recuerda su paso por la tambora de la orquesta, en la cual impuso el estilo conocido como «a lo maco», que para algunos de los merengueros de entonces fue un dato al merengue, pero que con el paso del tiempo ha demostrado ser un estilo más en el ritmo más rico de República Dominicana. Luis demuestra sus capacidades con el bajo, el instrumento que ha domado.

Toño Rosario volvió encaramado en una Harlley Davinson con una tropa de motoristas a bordo con los cuales venían las bailarinas. En un momento los músicos de ambas orquestas, dirigidos por Antonio González, coincidieron en lo que casi llega a ser una Jazz Band Dale vieja dale, el real merengue del año, significó un cambio de vestuario y de peinado del artista más vanguardista del merengue. Luego regaló un midley que incluyó Alegría, Beso a beso, Discúlpame, Jenny y Machúcalo, ocasión en la que llevó al público a experimentar otro de los momentos cumbres del espectáculo.

Los Hermanos Rosario volvieron a escena con Mozo y, luego un medley al cual entró Rafa en un auto antiguo y el cuerpo de baile con La Dueña del Swing, Me liberé (acompañado de Rafely), Rompe cintura y Nuevecita de caja. Continuando con Los hombres de edad, El like (donde Rafa bajó del escenario a hacerse videos con el público).

Puestos a recordar, Toño interpretó Adolescente con sus hermanos y Rafa respondió con Borrón y cuenta nueva, donde fingió y casi logró llorar. Puestos a recordar no podía faltar Francis, quien por sus creencias religiosas ya no le está dado menearse tanto como hacía en aquellos memorables años 80 como en La Loca.

En la curva final después de salir del escenario, otro medley sustentó a Palo y Cumandé. Mientras para el cierre dejaron Tú eres mi amigo y el final de finales con El Lápiz.

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